Yo no tengo quien de arriba me proteja,
y resguarde mi puerta
de las gélidas sombras de la miseria,
no hay a quien agradecer este plato de comida,
que ante mi mirada simplemente hoy se enfría,
ni al fuego que me abriga
de la carne hasta las penas
El esfuerzo ha sido nuestro,
gratitud hacia la nada
perece siempre entre tinieblas,
y si existe Dios alguno
en este vasto y ancho mundo,
decrepito duerme en su vacio,
con cuencas en vez de ojos,
inhibido en su sordera
moribundo, mudo y sin lengua
No me espera infierno alguno
cuando palmadas de la muerte,
tampoco flautas ni laureles
en los senderos de algún cielo,
solo ceguera sin consciencia,
una nada entre la nada,
una inexistencia imperturbable
olvidada por la eternidad
Realidad y no fantasía,
mejor razón que la ilusión,
se cree mejor en uno mismo,
que en la divina perdición,
le doy gracias a mi fuerza,
a mis hermosos y sabios fracasos,
mejor ser almuerzo para peces
que lapida en tierra de gusanos.
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