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Recuerdos

El domingo había amanecido plúmbeo, lluvioso y muy frío, parecía un día de invierno aunque recién comenzaba el otoño.
David se levantó, se bañó y se dirigió al bar de la esquina, el Bar de Doña Rosa donde acostumbraba a almorzar casi todos los domingos, ravioles con tuco, su comida preferida y si eran hechos por Rosa, mucho mejor!
Al volver a su casa, esperaba ver el cásico entre Nacional y Peñarol que se jugaría a las quince horas, prendió el televisor y se sentó en su sillón preferido dispuesto a gritar los goles del cuadro de sus amores.
Todo marchaba a la perfección, vio la previa al partido pero cuando éste iba a comenzar… apagón!!!
No lo podía creer pero pensó que sería momentáneo aunque luego de diez minutos decidió bajar al sótano donde tenía una biblioteca y sala de juegos y se puso a buscar una antigua radio a pilas que sabía que tenía guardada en algún lugar.
Mientras buscaba se puso a mirar antiguos libros olvidándose de la bendita radio y enfrascándose en la lectura de algunos libros antiguos que ya ni recordaba.
De pronto en un libro de poesías tan viejo que sus páginas estaban amarillas, encontró una rosa, fue un momento difícil de describir, de pronto… resurgieron viejos recuerdos que lo hicieron tambalearse, esa rosa lo remontó a un pasado muy lejano pero del cual jamás pudo desprenderse.
La rosa estaba intacta a pesar de los años, marchita… si pero conservando hasta su tallo.
Cuántos años habían pasado desde el día que Raquel le diera esa rosa en una clase de literatura y él la había guardado como un tesoro dentro del libro!
Raquel, su primer amor!
Aquella muchacha de ojos negros y trenzas largas que le había quitado el sueño, cerraba sus ojos y la veía aún, con el uniforme del colegio, al que iban juntos cada día por ser vecinos y se sentaban en el mismo asiento de la bañadera.
Fue su primera novia, hasta la había llevado a su casa y él había ido a la de ella, pero la vida se encargó de complicarles la existencia, desde el día que un nuevo alumno llegó al liceo, Rafael, cómo lo odiaba, se había hecho muy amigo de Raquel y olvidándose de él lo había cambiado como a un trapo viejo.
La rabia encendía sus mejillas al recordarlo.
Dos años vivió el martirio de la indiferencia de Raquel hasta que un día, un accidente truncó la vida de Rafael, habían ido a un día de campo con los profesores a estudiar la naturaleza y lo hicieron en el Pan de Azúcar, en Piriápolis, lugar hermoso pero algo peligroso si no se tiene cuidado al bajar, puede ser muy empinado y con muchas piedras.
Rafael que iba conversando con Raquel cuando de pronto… una piedra de cierto tamaño rodó hasta los pies de Rafael y lo hizo caer con tanta mala suerte que se despeñó cuesta abajo golpeando su cabeza contra una roca y falleciendo pese a los esfuerzos de los profesores y compañeros por reanimarlo.
Aún lo recordaba, cuando me acerqué tenía los ojos abiertos, parecía estar mirándome y retrocedí para no ver sus ojos azules como el cielo.
El accidente alejó aún más a Raquel de mi, a pesar de que ya no estaba Rafael, su recuerdo estaba siempre presente en ella.
David recordaba que trató de acercarse a Raquel muchas veces pero ella se alejaba dando distintos motivos pero él estaba seguro del verdadero motivo, ella estaba segura de que a Rafael lo había matado él.
Muchos fueron los que lo miraban de distinta manera desde aquél día, sospechaban… y la sospecha se fue agrandando con el tiempo.
David se sentía tan deprimido que abandonó el liceo antes de terminar preparatorio y se anotó en otro colegio para poder terminar sus estudios.
Con el tiempo no volvió a ver a Raquel, supo después por unos amigos que se había casado y que tenía dos hijos.
Él por su parte también se casó aunque no tuvo hijos y su esposa lo dejó al poco tiempo de casados por otro hombre.
Se casó muy joven y se divorció siendo aún un muchacho pero nunca abandonó sus estudios, se recibió de arquitecto y vivió siempre en la misma casa construida por él, la misma casa donde se encontraba ahora contemplando aquella rosa que lo trasportaba a su juventud.
David nunca pudo hablar con Raquel sobre lo sucedido y eso lo llenó de odio, estaba seguro de que ella lo creía culpable.
Apagó el farol a mantilla que había prendido y subió las escaleras para ver si la luz había vuelto, con asombro se dio cuenta de que ya era de noche y que el apagón había terminado, prendió el televisor y se enteró de que el partido había salido uno a uno, comió algo y se acostó, pero sus pensamientos lo llevaron a soñar con Raquel… se veía en el altar con ella pero también veía a Rafael diciéndole…
___Me mataste! Asesino!
Se despertó y ya no pudo dormir más, el sol salió y David aún sin dormir, se levantó y fue a desayunar a lo de Doña Rosa, la mujer lo vio tan mal que se sentó junto a él y le preguntó cuál era el motivo de que se le viera así.
___Rosita le dijo David a la mujer, me siento muy mal…
___Pero hombre ¿Qué tienes?
___Los fantasmas no me dejan dormir…
___Anda, cuéntame, nosotros no tenemos secretos…
Y David le contó, le contó lo que jamás había dicho a nadie porque sabía que nadie le creería, lo habían juzgado y sentenciado, tanto sus compañeros como Raquel y él no supo defenderse pero ahora lo haría frente a Rosita.
___Sabes Rosita? Durante años me sentí culpable por el odio que le tenía a Rafael pero te juro que no tuve nada que ver con su muerte, si es cierto que le deseaba la muerte, me había quitado lo que más quería que era mi primer amor pero creo que más me odiaba a mi mismo por no haber sabido defender ese amor y defenderme frente a todos y sentirme un cobarde por el resto de mi vida. Quiero dejar el pasado enterrado y te prometo que desde hoy van a desaparecer los fantasmas.
___Nunca te creí un cobarde, aunque a veces lo pensé…
___¿Qué quieres decir?
___Eres un cobarde al mirarme y bajar la mirada en lugar de besarme…
___Pero yo… jamás creí que te fijarías en mí.
___Te conozco desde hace años, desde que tu mujer te dejó y venías los domingos a almorzar y te sentabas solo en un rincón y pedías siempre lo mismo y … me enamoré de ti pero tú ni me mirabas.
___Qué tonto he sido!!! Te quiero desde siempre pero creí que… no supe ver…
No vuelvas a bajar la vista, le dijo Rosita a David y tomándolo de la mano se le aproximó para besarlo.
Los fantasmas volvieron de pronto a la mente de David y no pudo seguir con la farsa, fueron muchos años de ocultar una verdad y era imposible seguir haciéndolo…
Aquel día se sorprendió a sí mismo invadido por el odio y sin que nadie lo viera arrojó la piedra contra Rafael, quizá no pensaba matarlo… pero…
Ahora, luego de tantos años aquella rosa le devolvía los recuerdos y la vida dejaba de tener un significado para él, quizá su mujer también lo notó y por eso lo dejó… nunca lo sabría, era muy cobarde para ir a la policía por algo que pasó hacía tantos años pero… la consciencia, esa no perdona y tendría que vivir el resto de sus días con ella pero a Rosa, a ella no podría engañarla, ni quería hacerlo.
Al día siguiente David deja la ciudad, quizá otra ciudad u otro país le permita seguir con su vida.
Omenia

Omenia 9/5/2016

Texto agregado el 11-05-2016, y leído por 214 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
15-05-2016 Triste y lleno de fantasmas vivos...me llegó su tristeza Mbo
14-05-2016 Me encanta como vas narrando, adentrando al lector en el texto. uleiru
11-05-2016 Un cuento muy agradable, que toca un tema que me apasiona. Un beso. MujerDiosa
11-05-2016 Un cuento simple con un final acorde con una historia plagada de fantasmas, de culpas que nos conducen por un camino de dolor y arrepentimiento me gusto su trama y su desarrollo donde manifiestas el miedo y la cobardía gracias Ome por compartirlo . te deje un mensaje un abrazo querida amiga rolandofa
 
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