No hables de amor al decir adiós,
ni encalles tus naves destrozadas
con gritos de despedida al viento.
Se puede romper la luna y aún soñar.
El llanto de una golondrina herida
suele resultar muy amargo un día,
pero algún extraño puede sembrar
distintos luceros en las suaves noches
y podrás cobijarte en sus tibias brasas,
abriendo otros rumbos en el mar de amor.
Siempre sal de toda vieja encrucijada
con una viva sonrisa por toda despedida.
Nunca te vayas desnuda de cariños,
ni guardando recuerdos insomnes
que apresuren otros amores de cartón.
Texto agregado el 10-05-2016, y leído por 125
visitantes. (4 votos)