Me desprendo de la mano desgarbada
de un extraño y oscuro sueño,
ya en pie, encorvado y cabizbajo,
prendo un cigarro, y me hundo
en inservibles reflexione y
pensamientos que naces sin voz,
dispuestos a morir a la brevedad

No lo sé realmente, pero percibo
desde la comodidad de mi techo y mis paredes,
un indigno y plomizo cielo que se niega a colapsar,
gris cemento, sin lágrimas que derramar,
resignado a dar la bienvenida,
finjo no verlo, y tozudo darle la espalda,
escapar de sus sombras caprichosas
será mi pequeño emprendimiento,
aunque tarde o temprano,
se filtre en mí como siempre,
como una helada niebla inimputable

A ojos humedecidos y adormilados,
tanteo la taza, la silla, el cenicero,
y anhelo vida y también muerte,
me empeño en acelerar el tiempo,
un tiempo que de nada me sirve,
porque reconozco al instante,
cuando se paralizan las horas,
y carece de pulso mi día,
efectos adversos me descomponen de tedio,
y los fallidos aros del azul humo
se desintegran ante mi rostro,
entonces, , yo solo me encuentro,
desquiciado y enfermo,
prefiero no saberlo
y con el mismo velo negarlo,
pero las patologías echan fuertes raíces,
y estas me han atado suavemente,
para que recuerde la cordura

Innegable encuentro conmigo,
me traicionan pesadillas de mi propia mente,
el terror de mi cuarto bajo cero
cuando enreda los sollozos del fracaso,
el enigma de un futuro tan incierto,
lleno de furia, interrogantes y dolor,
pero también frágil calma,
la calma de cegar al destino,
e incendiar los protocolos y completa a la moral,
la seguridad de escabullirme de las masas,
la consciencia tranquila de no haberse traicionado,
y la certera realidad, de mutar de la carne a la ceniza

Con el sabor de aquel sueño en la garganta,
y los pies astillados al empezar el día,
uno palpa una imagen e imagina,
dormido entre la tierra o esparcido en el océano,
hoy, una vez mas hoy,
uno juega ya en enserio ya mentira,
a moldear en su cabeza, a la muerte y no la vida.