la semana entes a el fin de semana de la reunión de los nenes..

Una rubia, esbelta, camina nerviosa por el andén, dobla la esquina, ajena a todo aquella tarde, empuja la puerta e ingresa con sus pasos firmes, sin preguntas, dirigiéndose a la barra del bar...

El dependiente del pequeño y acogedor rincón de la ciudad, levanta la mirada y aunque aturdido por los movimientos de aquella felina, le encara balbuceando un par de palabras vacilantes pero en claro tono cordial -Hey.. Disculpe señorita, pe pe pero no está abierto aun... abrimos faltando el cuarto para las 5... ...,- la rubia prestándole total atención pero como si esas palabras no le significaran nada, sin detenerse, acomoda su deseable figura cubierta en fina seda roja como sus labios, en uno de los taburetes de la barra del bar, le sonríe, cruza sus piernas, retira sus lentes de sol y poniéndolos sobre la barra le pide un shot de vodka... y continua -y Mario?- -eh eh disculpe señorita,- replica el dependiente acercándose -ha tenido que atender algunos asuntos pendientes esta semana y me ha pedido el favor de hacerme cargo... soy Carlos su primo... mucho gusto- replica ofreciéndole la mano. Como a quien no le ha parecido el gesto, pero como toda una dama -Marla- en un acto de cordialidad extendiendo su suave y blanco brazo para poner su deliciosa y delicada mano de finos dedos sobre la robusta mano del muchacho. El pobre Carlitos hecho un desastre en nervios y atenciones; no deja de notar el enorme diamante que adorna el dedo anular de la rubia, deleitándose con el perfume y las feromonas que ahora invaden la conversación… de un salto como quien vuelve de un letargo analgésico con una patada en la cara, el muchacho recupera su realidad enfoca nuevamente su dilatada mente y pasa del otro lado de la barra para servirle el trago, y una vez más su humildad, como tratándose de un bufón quien atiende a una princesa -disculpe, Marla Me dijo usted?- La rubia después de poner la copa vacía sobre la barra -Si, Carlitos; soy vecina de este bar, hace mucho que conozco a Mario. Eh estado un poco ansiosa esta tarde, y he quedado con un amigo en vernos acá, pero creo que llegue temprano- Carlos interrumpiendo –no, no, no, señorita no hay problema- en ese momento sus ojos en un reflejo involuntario, encuentran el pecho de Marla quien tras un suspiro pierde el botón de su escote dejándolo casi todo al descubierto. Carlos Sonrojado y volviendo en busca de los ojos de Marla -no hay problema, si gusta puede esperar acá, es solo que debo dejarla un momento, pues debo terminar de asear y poner las mesa- Marla interrumpiendo y acomodando el botón de su escote -Ok, no hay problema pero deja la botella…-

Carlos a unos pasos de Marla, inquieto por su presencia y sin poder retirar su mirada de aquella silueta, cautivo ahora por el pronunciado escote en la espalda de la rubia, esta nuevamente ahora elevado en sus cavilaciones…

Marla como quien advierte que le están viendo, deja escapar unas palabras que toman por sorpresa a Carlos -tal vez tú le has visto por acá- Carlos le lanza una mirada como sorprendido. Marla continua –a mi amigo con quien he quedado. Víctor. Un sujeto calvo, que por lo general lleva una chamarra de piel- Carlos se detiene un poco a pensar, y vacilante le interroga -ahh, ehh, creo que le he visto por acá esta semana, si... siempre se sienta en la mesa de aquel rincón, eh y disculpe que me entrometa, pero ese sujeto no me da buena espina, y me pregunto qué tiene que ver una señorita como usted con un sujeto como ese?- Marla se jira para encararle sonriendo –¿como como yo? Ja ja ja… es un buen tipo- Carlos -he... de pronto, pero la verdad no me lo ha parecido del todo. Creo que anda metido en negocios con drogas, es lo que dicen por ahí- Marla sin dejar su sensual sonrisa -Drogas? Je je, si Víctor… ese es con quien eh quedado hoy… .