Soy malo, perverso, y no hay un adjetivo adecuado para definirme. Me gustan las tinieblas y su fiel compañera la oscuridad. En ese medio me siento un perfecto malhechor. Recorro el subsuelo del subte de Buenos Aires y sus distintas líneas. Siempre encuentro un lugar para dormir, entonces me fanfarroneo que es mi casa, y pocas veces salgo a la calle. No pago impuestos, ni servicios, y abajo esta calentito y todo eso gratis.
Hoy me toca visitar la línea de Constitución a Retiro y como ladrón que soy me deja una buena ganancia. Desde antemano marco a mis posibles victimas, que son siempre los viejos, cuales eventualmente al darse cuenta que les robe, no pueden perseguirme. Si las papas queman, corro por los vagones, y al llegar a la próxima estación, bajo y me hago humo corriendo por el túnel del subte…
Pero eso es otro cantar. Aquí reina una absoluta oscuridad, olor a podrido, ruidos a ratas, perros, gatos y otras alimañas, muertas o vivas. Desde el techo, que vendría ser una avenida allá afuera y que no extraño para nada, filtran gotas de agua servida formando algún charco, que no me molesta en absoluto. Y si me persigue algún cana, que es poco probable, me desvió y me pierdo por la próxima cloaca que también pasa por el subsuelo de la ciudad de Buenos Aires…
Tal vez por eso me llaman" La Rata"
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