(viene del texto de "La confusión sobre la idea del hombre 1era Parte)

¿Cuándo acabará la ignominiosa historia de la humanidad?, ¿Cuándo los hombres volverán a arrodillarse ante su dios?. Ya no se puede dominar el ímpetu de los hombres que entienden por la libertad, el libre albedrío, sólo se someten así mismos, son su propio dios y su aparente sobre valoración de su esencia, no dejan que lo vivido y experimentado sea una comunicación común, crean su propia sociedad dentro de él y la forja de tal manera para crear de ella su propio imperio, que estará dispuesto a dominar las almas de los otros hasta que finalmente se sometan a sus ideas. Y cuando baje el dedo de su propio ideología sucumbirá la estirpe de sus seguidores para huir en busca de otra sociedad interna. Esos serán los que cuestionarán la virtud del conocimiento, bajo esas creencias ya no se podrá construir ningún sistema, y lo que ocasionará será la anomia total de nuestros principios.
La esperanza de los ideales será sólo la mortalidad de la humanidad, ya que está finalmente decaerá y las ruinas sólo demostrarán lo que fueron capaces unos pocos hombres, tan sólo sueños grandiosos realizados, sólo porque nadie cuestiona las pirámides de Egipto sabiendo que miles de hombres dieron sus vidas por un faraón, que se edificaron grandes templos para venerar un dios sacrificando a miles de hombres, que el imperio romano hizo silenciar cientos de culturas para expresar un fin común de conquista, etc. en fin la historia está pagada de sucesos que sólo demostraron una serie de coherencias que sirvieron y sirven para comprender y justificar la existencia. El consuelo es tonto, pero al menos la posteridad tendrá la suerte de no haber vivido esta época infame, qué quedará de nosotros que las generaciones venideras usarán como la representación de nuestros ideales, ¿tendremos la buena ventura que la discriminación, la diferencia de clases, la pobreza, la frustración no sean tomadas en cuenta por ellos? Y es que sólo así nos liberaremos de una humillación eterna. Desearía que se recuerde de mi tiempo los grandes oleoductos y represas que fuimos capaces de construir y no los restos de huesos porosos producto de la desnutrición, desearía que se encuentren computadoras y restos de supermáquinas que cráneos agujereados por una bala debido al estrés y la desocupación laboral, desearía para la posteridad megalópolis organizadas y no mármoles carcomidos producto de una severa contaminación.
Un discurso patético no sensibilizará ni atormentará el corazón de los hombres más probos, porque el presente les debe su acción más no su lamento. De acuerdo a los principios de justicia deberán de obrar como lo han hecho por siglos este tipo de hombres, creando historias acerca de uno hombres que no existen ni existirán y que según esas ficciones debemos de seguir nuestro destino, para así la posteridad interprete nuestro presente con el anhelo de algo que ellos han perdido, ya que siempre el futuro se fijará en lo logrado más no en lo estancado. Por ahí decían que la historia era de los vencedores, y eso es una verdad más que una hipótesis, miremos al pasado y preguntémonos si podemos preguntarnos sobre lo truncado y no logrado en el pasado, si aún podemos escuchar el lamento de los indios dominados por los españoles, si aún podemos escuchar el grito de los romanos al ser destronados por los bárbaros, si aún podemos escuchar el sollozo de los millones de jóvenes que murieron en las guerras mundiales, esas vidas ya fueron olvidadas, no se puede forjar la historia en base a supuestos, el crear una ideología en base a lo que no se hizo en un tiempo determinado es más que absurdo, y sabemos que no aprendemos de los errores del pasado porque sencillamente estos han sido olvidados y más bien hemos construido nuestra historia en base a esos errores. La labor está ya determinada, crear historias para hacer de los hombres seres ideales porque la idea de hombre no se hace del presente se hace del pasado, es decir que los problemas de este tiempo sólo pertenecen a ese. Que el hombre se porte virtuosamente o no es lo que menos le interesa a la historia y por lo tanto a la idea del hombre, de qué servirá crear utopías sino sólo para enaltecer el ego humano, nosotros siempre elegiremos el otro camino, de las necesidades inmediatas. Los Imperios y las magnificencias se encuentran sólo en los Leonídas, Julio Césares, Pachacútecs de los historiadores, y el presente nos es para la posteridad. La lucha por los ideales de los grandes hombres es y será el gran impulso de la humanidad pero sólo eso, y el tiempo así como lo que quede de la civilización sólo juzgará si estuvimos cerca de ellos.