La confusión sobre la idea del hombre
El camino del hombre que emprende al nacer está marcado desde siempre hacia un destino lleno de incertidumbre y de desgracia. ¡ Que arroje la primera piedra quien no ha creído que la vida es sufrimiento! . Desde que la evolución nos ha dado conciencia de nuestra existencia hemos buscado incansablemente la dicha eterna (sea personal o social) y ¿cuántos de esos incansables exploradores la han encontrado? ¿cuántas veces se ha desvanecido lo deseado en nuestras manos?. Unos huyeron de alguna maldad del hombre para buscar la felicidad de la libertad, la justicia y que hallaron, LA VERDAD: El éxodo judío que lleno de dicha a los creyentes para ahora ser víctimas de sus propias creencias, la lucha por la libertad de los esclavos negros para terminar golpeados o asesinados en algún barrio de Nueva York , el descoloniaje africano para morir en una despiadada hambruna, la migración andina peruana en busca de progreso para caer en la pobreza más extrema, la mujer que descerrajó los prejuicios laborales de los hombres para terminar siendo víctima de la seducción de estos. ¿De quién huimos?, ¿hacia donde escapa el hombre cuando las desgracias le arrebatan los ideales?.
El hombre por el hombre, una premisa que cada día se hace más conciente en la mente de quiénes desean convivir en armonía en una sociedad que excluye desde que venimos al mundo. Soy negro, soy cholo, soy blanco, soy chino, soy pobre, soy rico, soy lisiado, soy analfabeto, soy un enfermo. Quién nos sacará de esa condición, el hombre por el hombre, si partimos de algún lugar ¿dónde estamos? O si continuamos un camino ajeno, ¿quién lo comenzó?. Ciertas valores y virtudes son trastocadas, modificadas o violadas para acondicionar y sustentar nuestras ideas, pero ¿Quién es el autor de esos valores y virtudes?, nadie quiere mandar ni ser mandado, los seres humanos se averguenzan de ser ejemplo de moralidad y de tener una vida virtuosa, se jactan de su escepticismo como si fuese un triunfo de la razón (o quizá de su practicidad) y miran con desdén a aquellos que la historia coronó con los laureles de la humanidad. El camino comenzado partió partido, bifurcado, cada uno interpretó su mundo basado en sus propias reglas y sus propias creencias, las facultades humanas sólo fueros usadas para obrar exclusivamente bajo los designios de la vileza y el alucinamiento. Los pies y las manos sólo sirvieron para patear traseros y estrangular ideales. Cada hombre dirá que esta no es mi condición pero “que tonto podrá interpretar un idea sobre los tontos”. Además, a quién le importa el alma de un gran hombre cuando hay cientos que no la poseen, dicen que la historia fue hecha por los grandes hombres, eso tal vez sea cierto pero se podría aclarar que la historia que hicieron fue la de los ideales, más no de los hechos. De ideales está plagada la filosofía, el Derecho, las ciencias sociales, en fin las humanidades, pero no la realidad. Nos hemos definido cientos de veces, de acuerdo a la época de nuestra existencia: Una vez fuimos hijos de las estrellas, luego de los dioses para terminar siendo del dinero. A quién creer cuando nos venden “biblias” sobre alguna verdad. Lo que satisface únicamente nuestra vileza es nuestra percepción de sí mismo, en donde somos lo que los demás quieren que seamos, y nosotros, hemos dejado ya de querer, una increíble inconciencia que por fin domina nuestros cuerpos para cimentar en las culturas de los hombres un prejuicio mortal.
Las ovaciones hacia nuestro carácter es lo que satisface al cuerpo dominado por los impulsos de las pasiones, el sendero del virtuosismo es ignorado y desaparece de nuestros deseos el anhelo de la trascendencia. Es ahí que la historia culmina con cada hombre que muere para luego ser el abono infértil de una nueva generación que no tiene ni reclama nada de la anterior. Ya no se restituye nada porque no hay nada que envejezca, ¿quien puede continuar una camino infame?, sino sólo el comenzar nuevamente, cada generación, la depredación de la dignidad del hombre.
(Continúa en la 2da Parte) |