KALAHUALA
la reina de las perlas
Transcripción : IGNACIA. Chile.
( Del libro: “ Cuentan los araucanos “, de Berta Koessler ).
Más vale que digamos de antemano que Kalahuala puede significar “ pato del desierto “ y también “ yerba del lagarto “ (Polypodium trilobum). En realidad, no se conoce muy bien su significado.
Había una vez un hombre a quien llamaban Chipil (oreja hendida). Cuando nació por primera vez, sus padres lo abandonaron en el bosque porque era defectuoso, debido a aquella oreja. Sus progenitores se avergonzaban de él y suponían que si moría, al renacer, su oreja sería sana y normal, porque su madre se cuidaría mucho de comer cosas nocivas, ya que durante su gravidez había ingerido carne de un animal contrahecho y moluscos; además una vecina hipócrita le había regalado un huevo con dos yemas, algo muy perjudicial para las mujeres en ese estado. Para colmo, había pisado por descuido con los pies desnudos un esqueleto de serpiente y mirado figuras aborrecibles grabadas en una roca y que solamente los hombres podían mirar sin temor.
A todas estas circunstancias se debió el que el pobre niño naciera defectuoso y fuera condenado a no seguir viviendo.
A pesar de las muchas precauciones tomadas por su madre, cuando nació por segunda vez, llegó nuevamente al mundo, con la oreja hendida, pero entonces lo dejaron vivir por consejo de la adivina de la tribu, la cual había profetizado que el niño llegaría a ser un héroe que caería al combatir cuando tratara de entrar en la montaña de fuego, como uno de sus gloriosos antepasados. Lo llamaron el Hijo Heroico.
Como había vuelto a nacer, lo consideraban ya el espíritu de la familia: nada le estaba prohibido. Lo criaron sin severidad, con muchos mimos. Pronto se mostró astuto, aborrecible y pérfido: lo odiaban tanto la gente como los animales. Su maldad les causó mucho daño a las gentes de la tribu, que por ser el niño hijo del lonko ( cacique) nada podían hacer contra él.
Un buen día, cuando el sol estaba en lo más alto, el niño fue a las orillas del lago que llaman Chacao porque vomita hacia sus orillas gran número de conchas de ostras. Estas conchas contenían a menudo unas perlas hermosas y redondeadas, con reflejos de suave brillantez. Los araucanos las llamaban chagan.
Cuando el niño revolvía un montón de esas conchas arrastradas hasta la orilla por el oleaje, oyó a sus pies un ruido y vio la cabeza triangular de una víbora.
Con su garrote, la destruyó rápidamente.
Al día siguiente, cuando revolvía de nuevo el montón de ostras y después de haber hallado en ellas el número de perlas que cabe en un puño, vio a una muchacha rubia de espléndida belleza y que estaba sentada peinándose los cabellos de oro con la escobita que llaman rna, que también era de oro.
La muchacha lo invitó a sentarse a su lado porque se sentía solitaria y triste. Le dijo que se llamaba Kalahuala y que juntaba allí ostras para coserlas sobre su manto.
Entonces, él le regaló las perlas que recogiera poco antes y comenzó a lisonjearla con dulces palabras. Quiso además, abrazarla y besarla. La muchacha se defendió, resistiéndose a sus lisonjas, pero él la asió de la cabeza para besarla.
En ese momento, el jovencito vió que la muchacha tenía en el cráneo un agujero por el cual asomaba amenazadora la cabeza de una víbora, y cuando le preguntó la razón de tan horrenda herida, la dulce muchacha le respondió:
_ ¿ “ No recuerdas que ayer al mediodía, cuando el sol estaba en lo más alto, me destrozaste la cabeza ?. Yo no te había hecho mal alguno. Como el sol bajó muy tarde _ se asegura que las víboras heridas sólo mueran al ponerse el sol _, seguí sufriendo hasta que desapareció por completo y entonces pude morir “ _.
Acababa de decir estas palabras cuando se convirtió en la más grande de las serpientes vistas hasta entonces y el malvado matador de víboras fue apresado por el monstruo y al mismo tiempo por un millar de culebras y lagartos venenosos de vientre azul y verde, que lucharon con Chipil hasta derribarlo. Lo destrozaron y se lo comieron: Chipil se había ganado la maldición de los reptiles dada su afición a matar animales inocentes sin tener necesidad de ello. Y como también se llamaba Rey de las perlas, debía perecer por Kalahuala.
Las serpientes y víboras llevan hoy aún las perlas que Chipil le regaló a Kalahuala. La ostentan en graciosísimos dibujos y bellas líneas grabadas sobre sus cuerpos, hermosas combinaciones de rayas y colores que les transmiten a sus descendientes de generación en generación.
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