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El inicio de los calorones en San Macario Tejocotes fue antecedido por la llegada de varios reporteros en busca del llamado “Vampiro Senil” Jerónimo Ismael, un hombrecito de ochenta y nueve años alérgico a la luz directa del sol desde los sesenta.
De manera que los visitantes sudorosos prepararían sus cámaras y grabadoras para dar testimonio del nuevo fenómeno mediático luego de ser recibidos en una casita de piedras mampuestas y techo de palma.
Para entonces todo el pueblo sabía de la curiosidad que despertaba en “la gente de razón” el lúgubre Jerónimo Ismael, quien para acabarla de amolar vivía desquiciado desde quince años atrás. Sin embargo nadie habría permitido que el anciano se convirtiera en ejemplar de zoológico de no ser por el periodo de sequía que asolaba a San Macario Tejocotes desde hacía tiempo, lo que obligó al presidente municipal Don Clodomiro a sugerir que Jerónimo Ismael constituyera un atractivo turístico.
Fue por eso que los nietos y bisnietos del legendario soldado cristero se sacrificaron en nombre de la comunidad y prepararon al viejo para su presentación ante las cámaras.
No obstante el epíteto ominoso, Jerónimo Ismael no era un vampiro en el sentido preciso del término, pues los espejos bien que devolvían su imagen comprimida y sus facciones cadavéricas; además la visión de los crucifijos no hacía mella en él, y su panza subsumida no procesaba sorbos de sangre de damiselas virginales, sino panecillos con ajonjolí y natas de avena.
Pero había algo que mantenía a Jerónimo Ismael adherido a su apodo: las noches de luna llena requería de curados de betabel; y de no satisfacer su “sed canija”, se escapaba de sus parientes para aullarle a la luna junto a los perros pulguientos de la comunidad.
Sin embargo sería hasta el arribo de la televisión cuando los propios familiares del anciano dudaron sobre el auténtico mal que incordiaba al abuelo, pues apareció ante los entrevistadores con la indumentaria de un cura desharrapado y la boca sonriente y roja de la que parecían asomar un par de caninos pervertidos.
Y por si fuera poco, se acomodó frente a los periodistas alebrestados y soltó unos pases mágicos con sus manos de uñas de plantígrado, para sonreír enigmático y articular unas sentencias fatídicas en náhuatl, donde lo mismo revelaba las profecías de Francisco el Santiguador, que hablaba de la extinción de los monos saraguatos.
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Texto agregado el 26-04-2016, y leído por 323
visitantes. (18 votos)
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Lectores Opinan |
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25-10-2023 |
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Muy bueno. jovauri |
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16-08-2023 |
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Lo que los medios de comunicación pueden hacer con uno... según convenga, claro, y esa sorpresita al final. Está muy interesante este relato, Gatocteles, me ha gustado, siempre contado desde esa narrativa que combina lo coloquial, lo erudito y el humor. Dhingy |
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15-08-2022 |
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Que miedo hermano y eso que soy un lobo. Tal vez alguna noche de luna llena compartamos aullidos don Jerónimo y yo. Cinco aullidos estentoreos Steve |
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12-12-2016 |
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buenísimo.. muy docto.. Felicitaciones! sheisan |
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05-12-2016 |
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pobres monos, victimas inocentes satini |
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