Los Reyes Católicos no tuvieron otro remedio
Los Reyes Católicos no tuvieron otro remedio y se vieron obligados a expulsar en 1492 a los musulmanes de Al-Andalus descendientes del califato de los Omeya aunque llevaban ochocientos años viviendo en la península Ibérica y se vieron obligados a actuar así, después de que Gutierre de Cárdenas, maestrazgo de Isabel y uno de los más importantes consejeros reales, le hizo saber a la reina algunas incuestionables verdades relacionadas con sus diferencias de costumbres con la comunidad cristiana.
“Majestad“ le dijo una tarde “Como muy bien conocéis las diferencias religiosas entre ellos y nosotros, que somos los que profesamos la única religión verdadera aunque son importantes ya estamos adaptados a ellas, lo peor viene de sus costumbres y de su especial forma de vida que puede llegar a contaminar y poner en peligro nuestra pura escala de valores”
“Decidme, buen Gutierre, decidme, ¿Qué es lo que teméis?” le contesto la reina.
“Bien majestad, con vuestra venia os expondré los peligros que a mi entender nos acechan” y continuo “Vos sabéis, que nosotros construimos las casas con adobe mezclado con estiércol, procurando siempre que sean sencillas y parcas como corresponde a un buen cristiano y por ende católico, sin incluir nunca detalles superfluos y fruslerías, normalmente con una sola estancia a la que se accede por un portalón y que sirve de vivienda a la familia, de almacén de aperos y alimentos y de cuadra para alojar en una esquina a las bestias, el interior es siempre muy humilde, incluso espartano, una mesa, unas sillas de enea, unos jergones de paja para dormir y una puerta al fondo para acceder a un corral, que se utiliza tanto para tener unas gallinas como para acumular las deposiciones de sus habitantes, vamos lo que se necesita para vivir dignamente, sin florituras ni banalidades, son casas como Dios manda”
“Si, si, seguid” le apremio Isabel.
“Pero en cambio las de los musulmanes son muy distintas” continuo el consejero “Construyen sus casas con ladrillos adornados con cenefas y con dos pisos que dividen en varias habitaciones, una para cada miembro de la familia, dotándoles además de balconadas adornadas con tiestos que dan siempre a un jardín interior con árboles que les dan sombra y flores de vistosos colores, situando en el centro un aljibe de agua corriente que utilizan para refrescarse y beber, incluso suelen tener en el interior de las casas un excusado para las necesidades del cuerpo”
“¿Pero que me decís? ¿Es eso posible? ¿Para qué quieren tener agua en las casas, o es que acaso se bañan?, porque eso ya sería el colmo, que raza tan débil, que flojos tienen que ser y que diferencia con nuestros recios y duros castellanos”
“Pues así es mi señora, se bañan casi todos los días, pero normalmente no en las casas sino en unas instalaciones comunales algunas incluso con agua caliente que llaman saunas, a las que suelen ir casi a diario” continuo Gutierre “Pero eso no es todo, pasmaos mi reina, ya que en vez de alimentarse de productos simples y comer pan, vino, patatas, ajos, cebollas, nabos, guisantes, carne de cerdo, pescados salados, huevos, gallinas, alguna oveja y bollos de aceite como nosotros, ellos cocinan guisos muy elaborados, como cordero con almendras y azafrán, pescados en escabeche, huevos rellenos de fresas y albaricoques, frituras de aves con miel, una cosa que llaman tajines, requesón de leche de cabra con arrope, bollos con pistachos y especias, alfajores, buñuelos y un sinfín de distintos productos que se hacen traer de exóticos países, vamos una vergüenza”
Esta vez la reina se quedo muda, pues le parecía imposible que alguien pudiera bañarse con tanta frecuencia y mucho menos que fueran tan irresponsables como para perder el tiempo en la preparación de las viandas, silencio que aprovecho su interlocutor para continuar.
“Pero no es eso lo peor y seguro que os costara creerme cuando os diga que la mayoría tiene oficios raros como médicos, artesanos de la madera, de la plata, diseñadores de joyas, orfebres del hierro, curtidores, perfumeros, bordadores, especieros, juristas, maestros, financieros, pensadores, administradores, escritores y cosas así, en vez de trabajar como lo hace nuestro noble pueblo, que se dedican a ser porqueros, labradores, pastores de ovejas, carreteros, carpinteros, venteros, vaqueros, hombres de Dios ó soldados, todo como debe ser”
Y como la reina seguía muda, continuo
“Y desafortunadamente tengo también que comunicar a su alteza de que tengo la certeza de que la mayoría de ellos pasan mucho tiempo estudiando lenguas, geometría, literatura, filosofía, astronomía, historia y otras inútiles disciplinas en unos colegios públicos que llaman madrazas y no hacen como nosotros que reservamos la enseñanza solo para los frailes y los monasterios como siempre ha sido”
Y como ya estaba embalado, ni se detuvo a respirar, continuando.
“Y mi reina, pasan el tiempo libre oyendo poesías, conversando, tañendo instrumentos musicales, leyendo y viendo representaciones teatrales de juglares y saltimbanquis, en vez de realizar viriles justas y peleas con espadas como hacemos nosotros o descansando a la sombra adormilados, ah y otra cosa más, se visten tanto ellos como ellas con sedas de vistosos colores y delicados mocasines bordados, rociándose con esencias y perfumes y no usan recios y ásperos paños de colores pardos y albarcas conservando el natural olor a sudor como siempre hizo nuestro pueblo y como debe seguir haciendo”
“Bueno, ya he oído bastante, no quiero que me digas mas” dijo la reina a voz en grito “Hasta aquí hemos llegado, tienes razón si no paramos esto acabaron con nuestros puros valores, voy a hablar con Fernando y mañana mismo preparamos un decreto real de expulsión y que se vayan a contaminar a otra parte y no a nuestro noble y católico país”
“Buenísima decisión” sonrió orgulloso Gutierre contento de haber servido a sus reyes, pero apuntando aun una última observación.
“Mi reina otra cosa, cuando podáis os cuento como viven los judíos, que también son un peligro para nuestras sanas y puras costumbres”
Fernando Mateo Abril 2016
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