Tal vez solo hemos sido frases, En un libro de poemas inacabados.
Vestidos de indiferencia, de pasión y desenfreno.
Tal vez, para volar no se necesiten alas y nunca arrojé al mar mi bajel nuevo,
Para que las olas garbaran tu nombre en él.
Tal vez nunca he soñado con Ser truhan, capitán de barco o agente secreto.
Pero con la luz apagada te desnudabas y en completa penumbra te veía.
Me ahogaba en el lago de tu boca, rodeado de dunas rojas y de cordilleras blancas, fronteras de sonrisas y de aliento a canela y café recién molido.
Tu llanto Rompió mi alma rasgada, y quise llorar contigo.
Y cuando fui una golondrina herida, abriste los botones de tu blusa, me depositaste entre tus pechos y con tu boca me diste alimento.
Fuiste mi Paraíso y si no fuera por ti, el aliento del sol me habría abrasado.
Y es cierto que después del tiempo pasado, guardo todavía el recuerdo almibarado, de tu piel y de tus labios.
No soy el mismo, me pesa la soledad caída como plomo candente sobre mí.
Pero lo que sí es real y cierto es que no soy poeta.
Eso sí, arranco mis entrañas cuando escribo.