El cielo estaba encapotado, el viento soplaba con furor y los rayos impactaban sobre el horizonte. Una inminente tormenta se aproximaba…
Un hombre cansado de la mundana vida, de sus fracasos, de sí mismo, deseaba volver al puerto seguro de su niñez, al nido tibio del pasado, a los brazos cariñosos de su madre, y tal vez, al seno de ella, a la seguridad y el bienestar que ella representaba…
Llegó al lugar de su páramo, en donde debería estar el comienzo de su vida, su nacer, su surgir, mas no hallo nada. Un gran vació estaba frente a él; el pasado se había esfumado.
Por un estrecho desfiladero entró al valle de Nunca Más, y se encontró con vestigios de su memoria desesperada, melancólica y hecha trizas. Como una estela remota y retrospectiva, apareció en su mente la casa de sus abuelos…y una incontrolable fuerza tomó dominio de él. Acercándose descubrió unas ruinas y oyó unos pesados pasos que se acercaban y que reconoció inmediatamente…
Su expectante existir se llenó de ilusión, de seguridad, y traspasó la frontera entre la vida, y el más allá. Del otro lado por fin lo recibió el atadijo de su pasado y unos brazos amantes dieron por terminada su búsqueda y su sufrimiento…
Mientras, afuera las fuerzas desatadas de la tormenta vertían sus lágrimas de las cargadas nubes, y los rayos, como un póstumo adiós, iluminaban al hombre que no supo vivir su presente.
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