La historia que voy a narrar no sé si es de amor o de política. Ya ustedes juzgarán.
El penúltimo gobernador del estado de Coahuila, en el norte de la República Mexicana, endeudó hasta el tope a dicho estado empleando documentos apócrifos. ¡Vaya escándalo el que se armó!
Bibiano, joven de apenas 30 años, se graduó de abogado con más pena que gloria, sin embargo para la “grilla” política era un as, ha sido el diputado federal más joven del municipio de Saltillo, capital del estado. No quiso correr con la suerte del gobernador tramposo, por lo que en el desempeño de sus funciones y sobre todo de las múltiples transas a que era tan afecto, no manejaba cuentas bancarias, ni internet, menos tarjetas de crédito. Su perfil era bajo, usaba un carro compacto en buen estado pero no del año, su departamento en la colonia Polanco en la ciudad de México era discreto. Usaba un reloj digital de los baratos. Él tan afecto a las cosas buenas de la vida, sin embargo en el amplio gabinete, dotado de un sistema de seguridad de última generación, guardaba junto con los dólares de sus múltiples negocios que su alto puesto le facilitaba (todo a riguroso contado y en efectivo), un reloj Rolex de oro con diamantes y un Patek Philippe, el reloj más caro del mundo, además de anillos, esclavas y un collar con un crucifico de oro macizo, que el más presumido de los obispo quisiera para él.
Se me olvidaba comentar que pertenecía al partido político oficial que gobernaba al país, por lo que su futuro era brillante. En una misión cultural fue enviado a la República de Cuba y mientras oía un largo y aburrido discurso del presidente cubano se fijó en una guapa edecán de ojos verdes y un cuerpo que quitaba el hipo. Se dedicó con entusiasmo al antiguo juego de intercambio de miradas. Para su sorpresa fue correspondido.
Yesenia era el nombre de la hermosa cubana. El cortejo fue corto pero exitoso. Cuando el galán quiso llegar a más, ella lo paró en seco: “No quiero que te equivoques conmigo, no soy una chica fácil para un affaire de turistas. No. Soy una mujer para toda la vida y lo que tú quieres lo tengo reservado al hombre que me dé el dulce nombre de esposa”.
El joven diputado se enfrentó durante varios meses a los problemas, sobre todo de la burocracia cubana, no tanto de la mexicana. Pero, gracias a las influencias de un político en funciones, empleando estas y sobre todo a untos generosos se despejó el camino de la pareja, pudieron casarse en la Embajada Mexicana y la bella flor cubana trasladarse a México.
Ella resultó una esposa juiciosa y abnegada, cuyo único lujo, dado que en las tiendas de la isla tienen poco surtido, fue comprar en las boutiques caras de la ciudad de México, ropa fina y de marca, un ajuar completo.
Durante un mes Bibiano creyó estar en el cielo cuyos únicos nubarrones eran las tediosas y largas sesiones de la cámara de diputados que le impedían pasar más tiempo con su mujercita, sobre todo en la última sesión que se discutía el presupuesto. Los “padres conscriptos” de los diferentes partidos no se ponían de acuerdo. La discusión se llevó todo el día y la noche. Ya casi al amanecer, más por cansancio que por otra cosa, los fieles servidores de la república al fin aprobaron el presupuesto de la nación para el siguiente año.
El enamorado esposó entró en silencio a la recámara para no despertar a su dulcinea, sin embargo encontró que el amplio lecho matrimonial estaba tendido y vacío. Al prender la luz se fijó en el closet, la ropa de marca y el juego de costosas maletas brillan por su ausencia. Con la angustia reflejada en su rostro se dirigió a su gabinete. ¡Ay Dios! Estaba abierto, en él se encontraban sus documentos, pero los de ella, así como sus queridos dólares y joyas habían volado. Aturdido se sentó en un sofá y en las brumas de su cerebro se materializó la terrible pregunta:
¿Y Yesenia…?
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