Los problemas que tuvo Noé
Una tarde y así por las buenas, Jahvé se apareció a Noé mientras estaba plantando unas zanahorias en su huertecillo y le dijo.
“Noé, la humanidad me tiene ya muy harto, estoy muy frustrado con su egoísmo, su falta de respeto y de adoración hacia mí, así que he pensado crear un diluvio y ahogarles a todos, pero como tú eres, por lo que me han contado los ángeles, el único que parece se porta bien, he decidido salvarte”
Lógicamente, Noé se quedo de piedra, primero por la aparición y luego por el mensaje, así que por si acaso no se atrevió a decir ni palabra, dejando a Jahvé que continuara.
“Mira vas a construir un arca, que es igual que un barco, pero muy grande y con varios pisos, la vas a hacer de ciento cincuenta metros de longitud, veinticinco de ancha y quince de alta, tampoco tiene que tener esas medidas exactas, es para que tengas una referencia, eso sí tiene que ser bastante amplia, utiliza solo madera de sauce, que aguanta muy bien la humedad y cuando la tengas terminada, te metes tu con toda tu familia y mete también una pareja de cada uno de los animales que he creado y esperas a que empiece a llover, ya lo notaras”
Y desapareció.
Noé volvió aterrado a su casa contando de inmediato a su familia el mensaje y la orden que había recibido y muy nervioso y temeroso temiendo la reacción que tendría su familia cuando les dijera lo que tenían que hacer, reacción que claro no fue muy positiva como se había esperado.
Sus hijos Sem y Cam, que habían salido a él y eran unos buenazos, enseguida dijeron.
“Pues si Jahvé lo quiere así, así debe ser empecemos a trabajar de inmediato”
Pero Naama su mujer y Jafet su otro hijo, empezaron nada más oírle a poner pegas, que si un barco así era una burrada y tardarían muchísimo en hacerle, y que comerían mientras tanto si no atendían a la huerta y que porque tenía que ser de madera de sauce y no de pino que era más abundante y que si no podía ser más pequeña y que seguro que los vecinos les iban a criticar y si les decía el porqué hacían el arca todavía sería peor y se reirían de ellos y muchos más comentarios todos bastante razonables.
Pero Noé que además de bueno era un hombre enérgico y temeroso de Dios, como no se le paso ni por un momento la idea de desobedecerle, se impuso a todos y al día siguiente la familia sin rechistar estaba cortando arboles y haciendo tablones.
Y así un día y otro y otro más, hasta que cuando llevaban en la tarea ya cuatro meses, Jafet le dijo a su padre.
“Padre, esto no nos cunde, llevamos trabajando de sol a sol y sin descansar desde que tu obedeciendo la palabra de Dios nos lo ordenaste y solo tenemos diez metros construidos de arca, ¿Por qué no invocas a Jahvé y le pides consejo?”
Y Noé, aunque no le gustaba mucho andar molestando a su creador, paso esa misma noche orando y pidiendo ayuda, ayuda que recibió a la mañana siguiente, en que Dios volvió a hacerse presente y que una vez escucho lo poco que avanzaban, le dijo.
“Vale, vale, como vais muy lentos, os autorizo a que vayáis a cualquier almacén de bricolaje y compréis allí tablones ya cortados y también os permito que puedan ser de madera contrachapada que son más baratos”
Y se fue.
Cuando Noé, conto a su familia lo que le había dicho su Señor, Jafet estallo de inmediato.
“Pero este hombre, digo este dios ha perdido los papeles, pero que es un almacén de bricolaje y que es madera contrachapada, pero si eso todavía no existe”
La verdad es que Noé, aunque era tan bondadoso que no se atrevía a dudar de nadie y menos aun de Jahvé, también pensó que la respuesta que le había dado era bastante rara, a no ser que fuera un mensaje de esos que son inescrutables a los que sabía era muy aficionado.
Y como no tenía otro remedio, al día siguiente reunió de nuevo a todos y les conmino a que siguieran como hasta ahora, aunque tuvieran que trabajar también por las noches.
Así que siguieron deslomándose construyendo el arca, que al final consiguieron terminar después de veintidós años de sacrificios y abnegación, aunque el tiempo tampoco era mayor problema, pues en aquella época vivían un montón, Noé sin ir más lejos según el Génesis murió cuando tenía novecientos cincuenta años.
Cuando al fin el arca estaba acabada y limpita, comenzaron con la segunda fase, la de conseguir que entraran en ella una pareja de cada animal.
Al principio no tuvieron muchos problemas y enseguida instalaron cabras, ovejas, mulas, vacas, conejos, perros, gatos, gallinas, palomas, gorriones y un montón de animales de granja parecidos, el problema empezó a ser peliagudo cuando comenzaron con los animales salvajes y no solo porque fuera difícil convencerles, sino que como decía Jafet, que era siempre el más crítico.
“¿Pero en donde vamos a conseguir osos blancos, pandas, tigres de bengala, elefantes, focas, tortugas marinas y otras especies parecidas que aquí no hay, por no hablar de pumas, pavos reales, tucanes, canguros, ornitorrincos y otros que habitan en continentes que aun no están descubiertos? padre, pregúntale de nuevo a Dios que podemos hacer”
Y de nuevo el bueno de Noé, después de considerar que llevaba veintitantos años sin decir ni pio, tampoco era tan raro que le hiciera una nueva consulta, así que de nuevo se paso la noche orando invocando a Jahvé hasta que se hizo presente.
“Señor mi Dios” le dijo.
“¿Cómo consigo traer los animales que están repartidos por el mundo?”
“Hombre Noé muy fácil” le contesto Jahvé sonriendo.
“Manda un mail a las compañías Amazon o Groupon que operan en todo el globo, que te busquen y envíen en las adecuada jaulas por DHL, UPS o cualquier otra compañía, los animales que te faltan y en cuarenta y ocho horas los tienes en tu casa”
Y de nuevo desapareció.
Camino de su casa, a Noé, se le saltaban las lagrimas, sin duda su creador había olvidado que faltaban cuatro o cinco mil años para que existieran los mail y esas compañías, estaba desolado y no sabía por dónde tirar y fue esta vez Naama su esposa, la que haciendo gala del espíritu practico femenino encontró la solución.
“Esposo mío, olvídate de los animales raros, llenemos el arca con todas las ovejas, cabras, liebres, vacas, gatos y demás que pillemos por ahí nuestros o de los vecinos y acabemos de una vez aunque estén repetidos, porque como veras esta ya empezando a llover y no me fio yo ya mucho si no estaremos haciendo el tonto”
Y así lo hicieron y Noé aunque horrorizado por la propuesta se resigno, esperando que quizá Jahvé estuviera pendiente de otros asuntos y no se diera cuenta del engaño.
Y llovió cuarenta días y cuarenta noches y al fin escampo y el arca se detuvo en el monte Ararat y salieron y montaron una preciosa granja y no tuvieron ninguna reclamación por los animales que habían tomado “prestados” a sus vecinos, quizá debido a que todos se habían ahogado.
Y Jahvé ni se entero, entre otras cosas, porque como el diluvio solo fue en el triangulo comprendido entre Armenia, Irán y Turquía, todos los animales que andaban por el mundo se salvaron.
Fernando Mateo
Abril 2016
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