Un encuentro inesperado
La fiesta estaba terminando, ya estaban todos en la parte de intercambiar números de teléfono y confirmando citas futuras. Iba yo saliendo a esa a la calle atrás del edificio, son callejones estrechos donde dejamos estacionado el auto y es de esos callejones donde había apenas espacio para dos autos. Ahí estaba yo maniobrando con mucho cuidado para salir sin arañar o golpear el espejo a nadie. Fue entonces que vi venir en sentido contrario una camioneta grande, de las que llaman Suburvan, y pasábamos juntos a par de pulgadas uno del otro, fue el momento que nos nos cruzamos.
Mire a la persona que manejaba su gran camioneta, ella tenía el vidrio abajo, y me dije: No es ella Etna, la amiga de mi esposa, Melany. Etna es una simpática señora en sus cuarenta de cabello castaño claro y había conversado con ella una o dos veces hace unos años atrás.
¡Hola, como estas! Le hablé fuerte para llamar su atención y le sonreí. Ya te vas- le dije, y ella me devolvió la sonrisa y empezamos a intercambiar comentarios sobre la fiesta, de lo estrecho que es este callejón y lo peligroso que puede ser así de solitario, y que mejor sería montar bicicletas para evitar las congestiones y ayudar un al medio ambiente.
Justo antes de que ella se fuera, le dije: Sabes, espera, Melany, mi esposa ya viene en unos instantes, para que la saludes. Y fue cuando ella abrió sus grandes ojos cafés y me dijo: ¿Melany? ¿Quién es Melany?, Y la mire con asombro y espanto, ella no era Etna, la había confundido con la amiga de mi esposa, habíamos estado conversando y riendo tan normal, muy confiadamente, y no fue hasta que ella me dijo: No sé quién es Melany.
Ella solo era una mujer que también salía de la fiesta y por casualidad al mismo tiempo que yo, alguien que pasaba por ese callejón. Una bella extraña, y en ese momento, después de disculparme por confundirla y despedirme de ella; vi como mi vida pudo ser diferente por un breve instante. Me di cuenta de lo fácil que puede ser conversar e interactuar con alguien extraño y a la vez sentirnos tan cercanos, hablando con tanta familiaridad que puede llegar esto a ser engañoso también. Pero fue real, porque la única manera de poder hacer contacto con alguien en la vida, es tan solo diciendo: HOLA.