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La Muñeca

La arena tiene huellas,
el mar se las come
y la luz su recuerdo rescata
puede ser seco, húmedo o ardiente.




Re cuarta. Re # segunda. Re cuarta. Fa segunda. Re cuarta. Fa, luego Re # en segunda. Re cuarta. Re # segunda. Re cuarta. Fa segunda. Re cuarta. Re y Sol # en segunda.

Una púa escribe a Dios. El cielo brilla sin amor. La guitarra pesa como caparazón y su pestilencia ríe a una canción.

Deja de tocar por un rato. Ahora se soba. Las manos le sudan, los dedos crujen y el brazo queda lánguido.

Estaba abrazado a él. Ese cuerpo de madera con largas cabelleras en tono de Mi torció toda aquella extremidad por la incomoda posición de la canción en tal instrumento. Dolió. Sí, mucho. Sin embargo, el ritmo dopado del humano que la creó le motivó a tocarla por más complicada que pareciera. Cada notita era un toque de alcohol, un “singue” de polvo y un grano de dolor. Todo el conjunto formaba un arco iris opaco y triste pues en vez de concebir belleza en las perlas de su boca, expulsaba cebada sin diluir.

Re cuarta. Re # segunda. Re cuarta. Fa segunda. Re cuarta. Fa, luego Re # en segunda. Re cuarta. Re # segunda. Re cuarta. Fa segunda. Re cuarta. Re y Sol # en segunda.

Ayer del cielo lloraron litros de alcohol. Una cascada bañó al humano en su corazón. La cabeza giró en un ritmo de rock n roll. De las piernas sus tambaleos él brotó.

Deja de tocar otra vez por un rato. Hace malabares con sus dedos y piensa en esa molestia.

Hoy la cruda taladraba cada nervio y deshidrataba toda aquella cavidad por donde entró el líquido que los ojos le adornó con la visión de una muñeca. Sólo vio su sonrisa, una burla que nadie más pudo ver. La muñeca que apenas pudo describir con los trazos de su pincel cerebral posó su escultura al lado del humano y cantándole al oído letras en tonos que ahora tocaba le decía.

What you get is a crash course to be a man—la muñeca habiendole dicho en su oreja derecha le puso un espejo. El humano con sorpresa se miró y con poca conciencia de nuevo la oyó.

But a man is a destination never known—ella quitó su boca de la oreja izquierda del humano y con una mirada hizo una pregunta acerca del verso de la canción. Él llevó su mano al oido derecho y en un tono de Re afirmó y con uno en Re # pidió a la muñeca que continuara.

Sometimes dressed up like a red hot lady in pumps...Don't think she can get enough.

—¿Cómo sabes?—volteando a su lado izquierdo dijo el humano.

— Ve por ella, eres un superhumano, seguro no le fallas.

Había señalado con sus ojos a la causa del funesto torbellino que lo pintó en un cuadro abstracto. Miró al dorado brillo de su miedo, se enrojeció sin darse cuenta y cayó al suelo. La muñeca había desaparecido pero no su canto al requinteo de la cuarta y la segunda.

Ring.

Carga su instrumento y sube las escaleras rumbo al tercer piso, justo donde el brillo de su timídez le llamaba a arrugarse.

Un escalón y no era. Otro escalón y ya era. Un tercer escalón y ahora no le importaba. Varios más y de nuevo era. Tomó aire, llenó todo aquel agujerado fuey y las notas de pasión saldrían con una invitación. No. El brillo se adornó con perlas más valiosas que las del él y ya no era. Dijo “hola” y al baño fue por un “singue.”

Sentado, recibiendo las grecas sonoras de un mundo clásico donde las divisiones eran tema de la nada, el humano moderno rayaba hojas para no ser pillado a los ojos de la emisora. Nada tenía que ver con un areté, quizás sí lo era con la diataxis que bailaba en su mente al momento de ser, exactamente cuando el brillo lo paralizaba. Ese brillo que se sentaba enfrente de él. Con una cara floreciente, distraída y penetrante al oido del corazón, habría de robarle la atención hasta que un sonido familiar dio toque de su presencia.

Aquellos ojitos que le interrogaron en el no tan lejano verso de su ebriedad atravesó la multitud sin que nadie preguntase por ella. Iba con sus hilos derechos, sin ninguna curva y ligeros en su color negro hasta el punto en que parecían estar dormidos. Su cara era el de una muñeca, blanca, blanca, blanca y sin chapitas. La sonrisa blanca, blanca, blanca y sin machas. Traía una blusa blanca y una falda de mezclilla. Después nada. Sólo su cara y ya.

Re cuarta. Re # segunda. Re cuarta. Fa segunda. Re cuarta. Fa, luego Re # en segunda. Re cuarta. Re # segunda. Re cuarta. Fa segunda. Re cuarta. Re y Sol # en segunda.

Mírala. Ese brillo no se irá. Camina ya o te arrepentirás.

Deja de tocar en su mente. Los labios de la muñeca junto a su mirada se mueven y apuntan al brillo.

Pensó que era el cosquilleo de la nariz que se había dado en el baño. Se dio cuenta que la demás gente miraba a la muñeca y por lo tanto existía. Ficción tal vez, abstracción por un lado pero existía como afirmación de su percepción. La muñeca en coquetas columpiadas de su cabeza, apuntando con el mentón, animaba al humano a ser y que encerrara la luz en su música para que otro humano no se la adjudicara.

Ring.

La muñeca desató lo que el humano debía ser. Se acercó al brillo del oro codiciado más por su forma que por su valor y un rayo lo quemó. Se puso rojo y pasó por donde ella se enredaba donde otra boca comenzaba.

Re cuarta. Re # segunda. Re cuarta. Fa segunda. Re cuarta. Fa, luego Re # en segunda. Re cuarta. Re # segunda. Re cuarta. Fa segunda. Re cuarta. Re y Sol # en segunda.

En un aprentón el corazón se vino. El cuello con intoxicación se agarró. Dos espinas lo desgarraron y de su pecho droga salió.

Deja de tocar en sus latidos. Se acurruca en la muñeca, le platica la decepción y ella sólo escucha.

—Eres un superhuano, ya veras que vas a volar.

Cuando amaneció al día siguiente. El brillo le aterraba, miró a donde estaba la muñeca pero nunca jamás apareció. Las dos espinas le ganaron la motivación, nunca pudo aventarse a volar. La muñeca era el contraste de su miedo. Cuando se relajaba en blanco, ahí estaba, no exístía, si existía, no sabíq ue era realidad, no quería nada más. En un “singue” más se aventuró y el brillo lo ahorcó.

Texto agregado el 12-09-2004, y leído por 134 visitantes. (0 votos)


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