DESDE MI ISLA

Los elementos de esta playa, me mojan y me secan,
dejándome listo para sumergirme en la calma
que me regalan las inquietas olas,
que como lágrimas que no brotan,
están golpeándose allá afuera.

Mientras que mi mente espera el día,
en que llegue la hora donde se vacíen
las ganas de ser lo que me tocó ser,
como lo es este sol que vive de su brillo.

A lo lejos veo un barco que se mece y se remece,
pareciéndome que navega montado
sobre algún rumbo siempre perdido
entre las corrientes de esta inmensidad.
Ahora está allí y si más tarde el viento cambia, no.
Pero siempre habrá entre la nada ese algo
que nos pueda hacer ganar lo que ansiamos
o que nos quiera hacer perder lo que nunca
ha sido nuestro, porque jamás vino o se fue.

Hoy voy a enfrentar un día muy valiente.
Muy intimidante. Un día de náufrago.

!Empezó! Ya empezó. ¡Vamos adelante!
No importa que la corriente siempre este cambiando
para darnos en la parte que más le duele a la vida.
¡Vamos un poco más….. aunque sea un poquito más.

Cuidado con esas penas que se están acercando.
Nos van a golpear, como siempre nos golpean.
Debemos hacernos a un costado.
Debemos regresar al fondo de donde nos vienen las ganas
para seguir metidos dentro de las aventuras
que nos permiten cavilar menos y caminar más,
hasta llegar al lugar donde no hace falta nada.
Hasta ese lugar donde podamos decir
sin desdén, pero con mucha gratitud: “¡No, gracias!”

Estoy viendo el viento que llega y que pasa,
y veo que lo está haciendo bien,
mientras este océano que me atrapa y me rodea,
hablándome desde su belleza, me saca de mis tristezas.

!Qué maravilla!