Benditas reconciliaciones…
Oscar y Patricia llevaban veinte años de casados.
Era una pareja de lo más despareja, a ella le agradaban los niños, a él no, ella disfrutaba con los paseos, él pensaba que era una pérdida de tiempo, ella trabajaba, él no quería que lo hiciera y así en todo, pero tenían dos hijos, paseaban y ella seguía trabajando.
Por supuesto que se peleaban, todos los días del año lo hacían.
___¿Qué pasó con mi camisa, no está planchada aún?
Decía Oscar.
___Llego tarde al trabajo, contestaba Patricia.
Y se enfrascaban en un tire y afloje por el bendito trabajo.
___Esa música está muy fuerte, decía Patricia.
___Sabes que soy sordo de un oído! Era la respuesta de él.
___Esta noche vienen mis padres comentaba Patricia un sábado a la mañana.
___No puedo creerlo, ni los sábados me puedo acostar temprano.
___Mis padres no vienen nunca, decía Patricia enojada.
___Mejor así, ellos en su casa y nosotros en la nuestra.
Otra gran pelea…
___¿Qué te parece si hoy vamos al cine? Preguntaba Patricia.
___No sé, estamos a fin de mes y la plata…
___Claro, para llevarme al cine tanto drama con la plata pero para ir al boliche a emborracharte con tus amigotes, para eso si hay, no?
___Es lo único bueno que tengo, mis amigos, con ellos me divierto y no me emborracho como dices, apenas nos alegramos un poco…
___Jajaja, un poco alegres jajaja no me hagas reír, el lunes casi no te levantas de la resaca del domingo…
Y los días transcurrían así, pelea va, pelea viene hasta que un día Oscar se enfermó y murió.
Una vecina que acompañaba a Patricia un día que se sentía muy sola le dijo:
___Patricia, perdona que me meta pero… acaso ahora que tu marido ha muerto ¿No te sientes más libre, mejor… sin tantas peleas?
A lo que Patricia contestó:
___¿Libre, mejor, qué sabes tú?
___Pero si se vivían peleando, desde mi apartamento los escuchaba todos los días…
___Es cierto, pero esa era durante el día, acaso nos escuchabas pelear en la noche?
Benditas reconciliaciones…
Omenia.
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