La pequeña hija de la esclava Dominga, 14 años de edad, de padre militar blanco y madre negra. De tez color oliva, rasgos de cara suaves y agradables, de mediana estatura, harmoniosa y de pelo lacio, legado de su padre.
De carácter alegre, bondadoso, cumplidor, trabajador y cariñoso.

Buenos Aires colonial
Por las empedradas calles de Buenos Aires corre Adela con su canasta pregonando y ofreciendo su mercancía. Sale todas las mañanas a vender los sabrosos pastelitos y empanadas, que su madre y ella preparan. La somnolienta ciudad que apenas despierta espera ansiosa su pasar y los tempranos transeúntes compran estas ricas delicias.
La pequeña figura de la niña camina alegre por las calles cercanas al puerto, a donde vende la mayoría de sus dulzuras. Luego busca un lugar a la orilla del puerto para descansar un poco y su mirada se pierde en la lejanía. Sueña en poder atravesar el mar e ir en busca de su padre al cual apenas recuerda. A veces su madre le cuenta algo sobre el pero su verdadero destino lo desconoce. José un militar y ella una esclava al enamorarse no imaginaron su separación. Las esclavas no tenían derecho de acompañar a sus hombres blancos. Así Dominga y su pequeña hija quedaron solas…
Vario barcos llegan al puerto pero el sueño de Adela queda sin cumplirse. Descienden los numerosos pasajeros, pero ninguno es su padre. Lo imagina como un apuesto militar corriendo hacia ella, pero también esta vez es en vano.
La mañana avanza, y Adela decide regresar. Doña Lucia y su mamá son bondadosas con ella pero en casa la espera mas trabajo. Al llegar ve que su mamá conversa con la patrona que tiene una carta en sus manos y le lee el contenido. En ella le anuncia José su pronto regreso y una posibilidad de poder llevárselas consigo. Traerá una carta de su comando en donde se pide la anulación de la esclavitud de la madre e hija…
Pasaron algunos días y cierta mañana ambas se reencuentran con José. El comando militar debido a buen comportamiento de su miembro otorgo la libertad de la esclava Dominga y su hija Adela. Así ambas acompañaran a José por el resto de sus vidas.