La resiliencia es la capacidad que todas tenemos y a veces se nos olvida.
El Kintsugi es todo un arte, y ya me estoy especializando.
Hoy soy un poco más hermosa, porque tengo una cicatriz que me recuerda que existías.
Hay quien me equivoca, pensando que estoy siempre disponible. Y no. No vivo con tanto tiempo libre para dedicarlo a todo el mundo. Pero si necesitas que te saque una sonrisa, que pregunte qué tal estás, o incluso que anime tus horas bajas... saco arena del reloj del tiempo. siempre guardo un puñado en los bolsillos, por si acaso. Y no, no espero lo mismo de vuelta. Aunque sería agradable, por una vez, sentirse abrazada, y no solamente la que abraza.
Ser sensible hoy en día es una lucha, un trabajo constante... por seguir siéndolo y no dejar que el peso te canse.
Aprender a vivir con lo imperfecto, lo finito, la torpeza y el error, cuando una es perfeccionista empedernida (consigo misma) y es consciente de lo eterno. Mirarse al espejo y aprender a amar esas imperfecciones que forman la belleza que ves, y la que no. No luchar contra quien eres, aunque siempre quieras mejorar(te).
Tener que lidiar con la pena propia y la que generas, aprender a abrazar el miedo propio y el ajeno, entender que hablar no implica comunicarse, ni el silencio es siempre huida o despreocupación. Aprender la no-necesidad de disculparse por sentir y expresarlo, tampoco sentirse responsable de lo que sientan, o no, lxs demás...
Usar las palabras como abrigo, y no como escudo o espada, para hacer ver cómo te sientes y entender que no es obligada la respuesta ni la comprensión, pedir lo que se quiere sin exigencias ni necesidad. Hacer necesaria la buena comunicación, por encima de todo, sea mucha o poca, para llegar a un entendimiento mutuo. No hacer responsable a alguien de tus cargas o necesidades, entender que eres libre de pedir y la otra persona de no dar, sin que llegue a ser nada personal.
Aceptar cuándo sí y cuándo no, sin sentimiento de culpa, sin obligación ni mentira. No darle vueltas a por qué fue como fue, y no como esperaste. Aceptar que las cosas pasaron como lo hicieron, porque somos como fuimos. Sin daño. Aceptar la herida, querer la cicatriz. Tranquila, luego dejará de doler.
Aprender a gestionarse una misma es un descubrimiento diario, un trabajo precioso, único... y solitario.
Hoy no es fácil encontrar quien te haga temblar, como tampoco es sencillo, si os cruzáis, que vibréis a la misma frecuencia. |