Me dices, en condicional,
que habría de hacerlo yo.
Dibujas con él
ese instante hipotético
que tal vez te habría gustado
cambiar por el real.
Y yo no sé qué pensar.
Luego me regalas
unos versos sin firmar
y menos (te) entiendo.
Te podría decir
que aunque no te conozco
sé que organizas todo
controlas tu mundo
por miedo
a que alguien entre
y sin tú quererlo
se cuele hasta dentro
desordene sentimientos
de tal forma
que si se fuera
no supieras qué hacer con ellos
o se llevase, con ella,
alguno imprescindible para ti.
Podría decirte esto
y tantas cosas más...
pero no voy a hacerlo.
Silenciaré mi voz
ahogada en la garganta
igual que se ahogan
otros tal vez
en tu oleaje de condicionales
y silencios en marejada.

Me hablas en condicional
futuro patético
el que no existe pero quieres,
pero queremos (?),
y aún así no hacemos por crearlo.
No te preocupes
ambas aprendemos con esto.
Yo, a respetar tu tiempo
tu modo y tu espacio, sin mi.
Tú, a que no exista contigo
aunque a veces te piense
y me revienten
las ganas por dentro
en esos fuegos artificiales
que esperan que quieras
y vengas
a encenderles la mecha.
Pero tengo que decirte
compañera
que no prequiero a cualquiera
que no sé vivir despacio
que no sé querer bajito
que voy a tocar palmas, miarma,
que voy a celebrarte
que hoy te quiero, y mañana...
mañana quién sabe.