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Cerro Chato.

Aquel pueblito era tan antiguo que aún pasaban las carretas tiradas por caballos flacos y viejos.
La población no había cambiado sus costumbres a pesar de que en los pueblos vecinos ya ni existían y hacía mucho tiempo que habían sido sustituidas por modernos automóviles.
La carreta de Doña Juana, era la más conocida, en ella llevaba al pueblo los huevos, la fruta y las verduras de su chacra, para vender los domingos en la feria.
Doña Juana tendría alrededor de noventa años, nadie sabía a ciencia cierta cuándo había nacido pero muchos creían que quizá hasta hubiera cumplido los cien años, claro que ella ya ni se acordaba.
A pesar de tener muy buena memoria ella decía no recordar la fecha de su nacimiento, los vecinos no le creían pero… así era ella, cuando no quería recordar no había quién la obligara a hacerlo además era muy coqueta y la edad en las mujeres…
Una tarde de verano, cuando iba a la feria con su cargamento, Doña Juana no se sintió bien y unos vecinos tuvieron que llevarla al hospital más próximo muy a su pesar, la dejaron internada para revisarla y le preguntaron si tenía algún pariente que la acompañara.
La vieja mujer dijo que no se preocuparan por ella, que siempre pudo arreglárselas sola y que ahora también lo haría, sólo deseaba descansar un poco y que volvería a su chacra, que aún tenía muchas cosas que hacer antes de morir.
Mientras estaba internada pidió una lapicera y papel de carta y se puso a escribir a pesar del cansancio.
Esa misma noche cerró sus ojos para no volver a abrirlos jamás.
En el hospital no sabían qué hacer con el cuerpo de Doña Juana ya que nadie vino a reclamarlo.
La morgue sería su última morada hasta que pudieran llevarla al cementerio como Dios manda.
Pero quedaba un problema para las autoridades del pueblo, nadie sabía qué hacer con sus pertenencias y por el momento los vecinos se ocupaban de darle de comer a los animales para que no murieran de hambre.
La carta escrita de puño y letra de Doña Juana fue entregada a su destinatario, el comisario Gómez.
Un mes pasó y aún nadie aparecía a reclamar nada hasta que una tarde…
___Vecina, ¿vio que alguien anda en casa de Doña Juana?
___Me pareció ver a alguien dentro de la carreta pero no pude ver quién era…
___Si, yo también la vi pero lo extraño es que parece que están revisando todo, es extraño, acá nos conocemos todos y nadie haría eso…
___Creo que deberíamos avisarle al comisario, él sabrá qué hacer.
A los pocos minutos estaba el comisario, que vivía a dos cuadras del lugar, tocando timbre en la chacra que había pertenecido a Doña Juana.
___¿Qué desea señor comisario? Le preguntó una mujer de unos sesenta años.
___Buenas tarde, me agradaría mucho saber ¿Quién es usted y qué hace en casa de Doña Juana?
___Discúlpeme, esta es mi casa, Doña Juana era mi madre.
___¿Su madre? Perdone pero nunca supe que tuviera hijos…
___Ya lo creo que soy su hija, ¿Acaso no me cree?
___Por supuesto que le creo pero necesito ver sus documentos.
___Y ¿Qué supone que hice para pedirme mis documentos en mi propia casa?
___Por el momento esta casa está cerrada por orden judicial, ¿No se enteró que Doña Juana murió y que nadie reclamó el cuerpo?
___Si, es que vivo lejos y no podía venir…
___De cualquier manera, debe acompañarme necesito que me muestre algo que verifique que usted es hija de Doña Juana, de lo contrario deberá marcharse.
___Está bien, está bien, no traje mis documentos pero volveré con ellos mañana. Sólo quiero pedirle una cosa, déjeme pasar al baño y ya salgo.
___La estaré esperando.
Pasaron varios minutos antes de que la mujer saliera de la casa y cuando lo hizo el comisario le preguntó:
___¿Podría acompañarme hasta la comisaría? Debo hablar con usted.
___Le he dicho que mañana traigo mis documentos así que no veo la razón…
___Ya lo creo que la hay! Usted está en una casa que no es la suya, me dice que no tiene documentos… mejor acompáñeme.
Y la mujer muy de mala gana tuvo que acompañar al comisario.
Al llegar a la comisaría, la invitaron a sentarse pero ella prefirió estar de pie diciendo que llamaría a su casa para que su hijo viniera a buscarla.
Pocos minutos tardó el supuesto hijo en llegar a pesar de que la mujer que dijo llamarse Fernanda, había dicho que vivía lejos.
El hombre de unos treinta años muy bien vestido y de buenos modales les dijo que no traía los documentos de su madre porque los había dejado en la casa pero que con gusto les mostraría los suyos.
Luego de ver los documentos, el comisario les pidió que por el momento no volvieran a la casa de Doña Juana, que tendría que verificar algunas cosas antes de permitirles volver.
El comisario se presentó entonces con su superior el inspector Acosta para hablar del tema de Doña Juana.
De pronto golpean la puerta de la oficina del inspector y era un agente con una carta.
___¿Qué desea agente?
___Disculpe señor inspector pero llegó esta carta hace unos días pero se había traspapelado y recién hoy la he visto y es para el comisario Gómez y como lo he visto entrar pensé que se la podría entregar en persona.
___Adelante agente el comisario está acá.
___Sr. Comisario, perdone que no se la traje antes pero en realidad no sé qué pasó, recién la veo…
___No se preocupe y gracias.
El comisario Gómez abre la carta y se encuentra con una verdadera sorpresa, era una carta escrita a mano por Doña Juana que decía lo siguiente:
___Mi querido comisario Gómez, creo que llegó mi hora y antes de irme quiero dejar aclaradas algunas cosas y qué mejor que decírtelo a ti que te conozco desde que naciste.
No creo que sepas que a pesar de vivir en este pueblito, he amasado una pequeña fortuna y como bien sabes, no tengo hijos por lo menos vivos así que todo lo que tengo se lo dejo a alguien en mi testamento, pero como sé que en este pueblito la vida es muy aburrida, te dejo un acertijo para que lo resuelvas y encuentres mi testamento. Mi caballo puede decírtelo.
Te quiere Juana.
El comisario Gómez frunció el ceño y le tendió la carta al inspector.
___Mi querido amigo, creo que esta buena señora no estaba en sus cabales, no entiendo nada, si ella no tenía hijos vivos, ¿Quién era la mujer que estaba en su casa?
___Eso mismo me pregunto yo pero debo decirle que conociendo a Doña Juana de toda la vida, sé que era una bromista pero creo en lo que me escribe y voy a tratar de averiguar dónde está su testamento.
Ya en su casa, el comisario le comenta a su mujer lo sucedido y ella le responde:
___Conocí a Doña Juana desde que vinimos a vivir a este pueblo cuando yo tenía cinco años y la quería mucho como creo que todos los del pueblo la querían y tiene razón, este es un pueblo muy aburrido.
___Pero, ¿Qué tendrá que ver su caballo?, eso no lo entiendo y además ¿Quiénes son esas persona que se hacían pasar por parientes de ella?
___Te aconsejo que mañana sin falta te des una vuelta por la chacra y revises todo muy bien a ver qué encuentras y te recomiendo que mires la carreta y su caballo.
___Me extraña mucho esa gente, antes de irse la mujer me pidió para ir al baño y creo que en esos minutos revisó todo lo que pudo pero no creo que haya encontrado nada.
Al día siguiente, el comisario va a la chacra de Doña Juana y se dispone a revisar todo pero se llevó una sorpresa, las pertenencias de la anciana estaban desparramadas por la habitación pero ningún papel se encontraba entre ellas.
Por último fue al establo donde estaba el bendito caballo, este había sobrevivido gracias a los vecinos, ellos le daban de comer lo mismo que a los demás animales y a cambio se llevaban los huevos de las gallinas que abundaban.
El caballo era muy manso, estaba acostumbrado a que la gente lo acariciara y se dejó examinar pero el comisario no encontró nada en él y pensó:
___Creo que el caballo no tiene nada pero quizá su montura…. Y pensando esto recorrió el establo y entre la paja descubrió lo que buscaba y allí estaba, la montura tenía un forro cocido a mano y dentro de él… una carta y varios papeles…
Con todo en mano, el comisario Gómez se dirige a la jefatura y pide para hablar con el inspector quien lo recibe en su despacho.
___Perdone la molestia pero he descubierto todo esto en casa de Doña Juana que quizá nos aclare el misterio y diciendo esto entre los dos revisan el contenido de la carta que curiosamente estaba dirigida al comisario y el testamento.
La carta decía lo siguiente:
Si estás leyendo esta carta es que ya no estoy entre los vivos pero no te preocupes, ahora debo estar acompañada y con eso me basta, viví muy sola siempre y eso es muy triste. Sé que siempre quisieron saber mi edad pero jamás se las dije, esto era más una broma que otra cosa pero a ti tengo que decírtela, nací en el año mil novecientos quince eso quiere decir que este año cumpliría ciento un años, pero me estoy sintiendo muy débil y no sé hasta cuando mi cuerpo va a soportar, así que antes de morirme quiero contarte algunas cosas, quizá te lleves una sorpresa al ver que en mi testamento no figura más que una persona a la que le dejo todo lo que tengo y si te fijas bien es una suma muy abultada de dinero que por supuesto tengo en el banco del pueblo vecino ya que nosotros acá no tenemos además hay unos títulos de propiedades que tengo en otros lugares, herencia de mi difunto esposo que murió muy joven y al cual tú no llegaste a conocer.
Todo lo que tengo se lo dejo a alguien que no sabe que es mi nieto y al cual nunca le dije nada porque me enteré de eso hace muy poco tiempo debido al fallecimiento de su padre en el extranjero, mi único hijo y del cual estaba distanciada por motivos que no viene al caso, por tal motivo nunca me dijo que se había casado y que tenía un hijo.
Te ruego que te hagas cargo de mis documentos y no se los des a nadie hasta que los abogados entreguen la herencia al legítimo dueño.
Si por alguna razón, alguien reclama algo antes de ser leído el testamento, no le den nada, sobre todo una mujer que lleva mi mismo apellido, de nombre Fernanda que no es más que la hija de mi hermana a la cual no le dejo absolutamente nada debido a que sé que es una ladrona, ella y su hijo han tratado de sacarme dinero desde hace mucho pero jamás les di nada, no se lo merecen.
Querido comisario, te deseo lo mejor y que tú y tu familia vivan muchos años. Juana.
Leída la carta, y aún muy asombrado el comisario entregó el testamento al inspector quien llamó al abogado de la comisaría para saber qué debería hacer con él ya que estaba lacrado como se usaba antes y no querían romper el sello si no era ante un abogado.
El abogado leyó el testamento y el asombro fue total, todos los bienes de la anciana pasaban a poder de su nieto el comisario Ángel Gómez Fernández, hijo de Ariel Gómez López y de Doña Juana Fernández de Gómez.
Si el comisario estaba asombrado anteriormente, ahora no podía hablar, jamás supo que su abuela era Doña Juana.
Han pasado varios meses, el comisario es ahora el dueño de la chacra de su abuela, Fernanda Fernández que así se llamaba la sobrina de Doña Juana está prófuga lo mismo que su hijo, se cree que al saber el resultado del testamento escaparon para otro país antes de ser detenidos por tratar de pasar por alguien que no era para cobrar una cuantiosa herencia.
La familia del comisario aún no lo cree, pero ahora son ricos y eso jamás había pasado por sus mentes, el pueblo ya no era el mismo, mucha fue la gente que al enterarse por los diarios de la ciudad de esta extraña historia, vienen a recorrerlo y a conocer al comisario millonario pero a él eso lo tiene sin cuidado ahora no solo es comisario sino que con lo dejado por su abuela abrió un supermercado dándole trabajo a mucha gente.
La vida sigue en Cerro Chato, el nombre del prominente pueblo, pero ya no se ven carretas, el automóvil pasó a ocupar su lugar.
Omenia 1/4/2016




Texto agregado el 01-04-2016, y leído por 320 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
03-04-2016 Qué interesante tu historia, Ome!!! Bien contada, se lee rápido y no decae el interés. Me encantó!!! Un abrazote! MujerDiosa
02-04-2016 Coincido con los demás. Sobre todo la narración y la inclusión de diálogos, es fundamental porque permite ver como son los personajes de la historia (siempre remarco esto). Excelente como siempre. Felicitaciones. 5* dfabro
01-04-2016 Sí que es buena ***** grilo
01-04-2016 Bella narración. Atrapa desde un inicio. Felicidades. Uleiru
01-04-2016 ¡Ah… qué historia más linda! Me emocioné leyéndola y me fascinó su desenlace. Bien por Doña Joana, y sobre todo, por el comisario Ángel Gómez Fernández. La contaste tan re bien ue se hizo corta leerla. Un abrazo, Omenia querida. En la próxima, asegúrate de ponerme a mí de heredera, jajaja. Besitos, tesoro. SOFIAMA
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