Me gusta hallar tu trompa
entre el cándido roce de mis ropas,
en ella
finalizan mis pesares
y de puro regocijo me exploras.

¡Es exquisito!,
casi un delito
la excelsa calidad creativa
con que narras tus historias;
el ingenio de tu obra
es un orgasmo
entre la tinta y el terciopelo
que decora mi mente burda y su honra.

Cada día que se sucede
me tienes por ti más piantada,
enloqueceré de amor
y te escribiré romances
con esmero y dedicación;
¡pero no!,
no me dejes pagando la espera
porque me encapricharé
y te mandaré a volar sin tregua.

Mi Docto,
sabio instruido
me atrapa el lenguaje de tu alma,
me divierte tu burla a las palabras,
me encandila el enigma
que emanas.

Mi gracejo incurable,
príncipe descarado,
me cortejas
tumbada contra el paraíso
para abrigarme entre la simetría de tus brazos.

Vos
que has decantado en el ocaso de mis pasiones,
jugaré contigo
convirtiendo la intensidad,
con que me recorren tus manos,
en la libertad de mis prisiones
y haré de tus besos una dulce provocación
de expulsión y goce.

¡Oh mi amor,
ven a dormir conmigo esta noche!,
que se fundirán
el intelecto y el romance hasta su derroche,
mientras se buscaran nuestros cuerpos
en un desborde de emociones,
y se desintegrarán brutalmente
en la fiebre del choque.