Gatocantor (para Nuevo desafío para valientes)
Cantante-Heladería-Comedia

Julián regentaba una heladería en pleno barrio de Lavapiés, era madrileño, gato, atlético sufridor, castizo de pura cepa nacido en una corrala próxima, lo que se dice “de aquí de Madrí”. No tuvo mejor idea que ponerle al negocio “Gelateria Al mio gato”, todo un topicazo de andar por casa propio de un chuleta con pretensiones. Abría de 11:00 a 14:30 y de 17:30 a 22:00, y como rezaba en el cartel de la persiana, “las 3 horas son para echar la siesta y asegurar que el género siempre esté fresco ”.

La historia comienza cuando llega a su heladería una joven de buen ver en busca de un helado.

- Dime boonita que me tieness pillao con esos ojazos que Dios te ha dao – le soltó Julián a modo de solícita atención
- Un cucurucho de dos cuarenta por favor – replicó la chica con soltura
- Saboress… Reina y que sean doss que tengo el corazón al ralentí...
- Uhh, uno crema americana y el otroooo…. – dudaba la joven moviendo los ojos por el cartel que coronaba la pared posterior.

Julián la observaba con su cara de seductor de barrio apoyándose sobre una pierna y con el cucurucho en la mano que le servía de apoyo sobre el mostrador:

- Si quieres boonita te los canto, soy gatocantor sabess y así eligess con los oídoss el que más te guste, dime ya y en cero coma te los trino filipinoooo… - le soltó Julián con la convicción propia de un ultimátum.
- ¿gatocantor?
- Si guapa, gatocantor, ya que soy gato y canto solo pa’mi, ya vess, uno que es así de desprendido.
- Venga la canción – le reta la joven con la diversión reflejada en su rostro.
Julián no se arredra y se lanza a cantar:
- Stracciatella, tela telita tela, Vainilla, pa’la chiquilla, chocolate, pa’l magnate, Piña, el favorito de la niña, fresa …. – y mirando por la puerta ve venir a su mujer y suelta – ¡Anda la vieja! Ahí viene mi Palomita.
- Vale, vale, que sea Chocolate – le soltó la joven partiéndose de risa.
- Marchando el cucu-deluxe para le reina de mis ojos, tal como este y gracias guapa, las que tú tienes – entregándole el cucurucho a la joven que a su vez le pagaba los 2,40 – y gracias por la calderilla que aquí es bienvenida, que todo el dinero es bueno pa´l que lo pillaaa.- Remató Julián mirando al siguiente cliente de la fila al tiempo que entraba su mujer con cara de pocos amigos y se situaba a un lado.

- Oiga, ¿Ud. es cantante? ¿Me cantaría un chotis? - se arrancó una señora que era la siguiente cliente al tiempo que su mujer se giraba fulminándola con la mirada.

Julián miró a su mujer y se arrancó a tumba abierta:

- No señora, soy gatocantor de los de antess ¿sabe Ud.?, y si, le puedo cantar un chotiss a mi manera y saber entender, claro está, y va todo incluido, ya ve, uno que está que lo tira por sus clientass.
- Venga ese chotis, mientras me pone un vasito de vainilla y chocolate de uno ochenta. – le animó la cliente
- Eso está hecho señora, que no se diga que Julián se ha rajao, que no hay chulo que lo haga recular y hablando de chulo ahí que voy: ¡Pichi!, es el chulo que castiga, del Portillo a la Arganzuela, y es que no hay una chicuela que no quiera ser amiga de un seguro servidor….
- ¡Pichi! – soltó su mujer entrando a tiempo en la canción y cantando la siguiente estrofa - Pero yo que me administro, cuando alguna se me cuela, como no suelte la tela, dos morrás la suministro; que atizándoles candela yo soy un flagelador – apuntilló su mujer con buena afinación y brazos en jarra, clavándole la mirada a Julián continuó – Dos morrás Julián, dos morrás!!!!
- Aquí está su vasito señora y va a disculpar Ud. que no siga pero si hay chulapa que me haga recular esa es mi Palomita que me tiene pillao hasta las trancas y buenos días tenga Ud. de su seguro servidor…. son uno con ochenta y todos en paz.