Alhaja de historias dulces
tu aroma a nogal me apacigua
cuando invade un magro momento

Nadie puede verte en mi rincón
es que nuestros sueños esconden la solución entre brillos y colores que la mañana disuelve sin vacilar
pero para mantener la cordura le ponemos una represa al río de la felicidad.
Y los problemas nos obligan a solucionar y evolucionar.
El perfecto está entonces aburrido,
sin sonrisas ni lágrimas
sin gritos ni caricias
sólo la blanca ambigüedad de las palabras.

El tiempo lleva un mensaje escondido en el viento
en el canto de las aves
en el baile de las llamas
incluso en el relato privado de unos pasajeros ajenos.
Hay que estar escuchando con la mirada
y abrazar las luces que iluminan el universo
sólo así aprenderé a decir "gracias" y "hasta luego”,
palabras que abren toda caja de recuerdos.