El lugar estaba lleno, yo llegué 20 min. antes, justo cuando él entró estaban dejando una cerveza en mi mesa y le digo que estaba lleno, supongo que como me vio sola se sentó conmigo. Venía ebrio, puso sus codos sobre la mesa mientras masajeaba su cabeza, andaba agitado, luego alzó su cara y con sus ojotes bien abiertos y serenos se me quedó mirando.
Le confieso que aunque no habían pasado ni 5 minutos yo ya estaba fascinada con este chico, usted sabrá el porqué, seguro ya me investigó y si no aquí se lo platico: en mis noches libres suelo ir a algún bar a ver si pesco a uno que otro ebrio que va solo como yo, a veces vienen, a veces voy pero todos van ebrios. Son como venados que te dejan ver a través de su alma, te sueltan sus más honestos pensamientos, secretos tormentosos o bobadas que te hacen reír.
Este chico comenzó balbuceando lo que yo creo que eran preguntas y estoy segura que cuando me eché a reír lo desconcerté y fue por eso que le caí bien, me dijo su nombre 2 veces “Trevor Celis” y me preguntó el mío como 5, era obvio que a la mañana siguiente Trevor no me iba a recordar. Estuvimos hablando de música, de Alemania y de tacos, después tocaron su canción favorita en el bar y sin pena empezó a bailar
¡Que hombre! Yo sentada observando me sentía ser su lecho sólo por estar sobria, acto seguido me pidió mi número y pues claro que se lo di. Antes de irme le pregunté si quería que lo llevara a casa o le pidiera un taxi pero el muy tranquilo me dijo que su rommie pasaría por él así que me fui confiada, rogando que al día siguiente recordara al menos mi rostro o nuestras platicas y que todos lo dígitos de mi número siguieran intactos en su antebrazo.
-¿Tiene alguna idea de dónde puede estar?
-No oficial pero no dudo que siga alcoholizado, ojalá lo encuentren pronto ¡Imagínese la resaca de 3 días seguidos!
-Hmm bien, gracias por su declaración. No dude en llamarnos si recuerda algún detalle que nos pueda ser útil.