Había una vez, no hace mucho tiempo, un ángel que paseaba entre las nubes de un fresco día de verano, cuando, mirando las doradas espigas de trigo de los campos, vio a un bebé, acurrucado entre mantas, durmiendo muy plácidamente. Mientras descendía a los trigales, se preguntaba ¿cómo había llegado a parar a ese lugar un ángel? Una vez en tierra, cogió al infante en brazos y se lo llevo al cielo. A mitad del trayecto, el bebé despertó y al ver al ángel, sonrió. El querubín no podía creer que había confundido a un humano con un ángel. Avergonzado, tomó el rumbo de regreso, y una vez ya en tierra, dejó al niño en su lugar. Lo contemplo un rato, y antes de irse, se dijo, "cualquiera correría el riesgo de confundir a esta hermosa criatura con un ángel, así que tendré que hacer algo para diferenciarlo", y tomando sus dos indices plasmó delicadamente en las mejillas del niño las yemas de sus dedos. Es desde ese entonces, que la pureza del alma se representa en oyuelos.
Aquí dejo el enlace del cuento original para que comparen:
www.escolar.com/lecturas/leyendas/el-angel-de-los-hoyuelos.html
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