Mi vida comienza a llenarse de ángeles. De abrazos sin abrir devueltos al remitente.
El vacío calcado en el mismo cuarto inmóvil se niega a soltarme el pecho y desde ahí no se cansa de recordarme que las aventuras que les prometí, tendrán que esperar para nuestras próximas vidas.
Imagino que he de entender que mi vocación ha de ser el de un coleccionista de juegos de héroes sin enemigos o de cuentos sin miradas cansadas.
Seré el mago sin aprendices. Una pausa en el tiempo que seguirá esperando que le expliquen por qué.
Lo que de seguro si verán, es a alguien que le perdió la vergüenza a llorar.
Texto agregado el 23-03-2016, y leído por 100
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