Eran tiempos de olvidar. De intentar desaparecer entre el silencio de otro día sin ti.

Seguro de lograrlo, decidí esta vez cerrar mis ojos para no verte, y resultó que estabas más hermosa que nunca. Inesperadamente me sonreíste eterna.

En ese momento logré reconocer que ambos debíamos saber que aún te amo y que como ya nunca más pretendería dejar de hacerlo, ahora me tocaba aprender a respirar sin ti.

Entendí que nuestra felicidad es de otros tiempos, para otro orden de estrellas. Fuimos valientes, pero no bastó para convencer al universo de que éramos una opción. No encontramos las palabras para hacer de nuestro intento, la mejor alternativa.

Imagino que aún no estamos preparados. Que para convencerla, la vida requiere más que amor. Necesita sabernos preparados para disfrutarnos sin tener que pedir perdón.

Dejemos a estas vidas ser y esperemos despiertos ese momento en que la historia esté a punto de llamarnos, al mismo tiempo, por nuestros nombres