A diario un timbre parte mis sueños como un machete, y caigo rendido ante la seducción de una negra sin azúcar.
La fría caricia de esta lluvia artificial induce la filosofía del día.
Breve, claro está, que ya es tarde.
Asoma un disfraz que no elegí, y que poco a poco va fusionándose por sobre toda suerte de pertenencia.
Es el dulce de leche su máxima amenaza, y siento el deber de la vergüenza al protegerlo como a un hijo.
Pinturas y fotos del más allá atestiguan la coartada del ritual. 
“Tomar el 92 en Bulnes y bajarme 4 cuadras
Después de doblar a la derecha en Honorio Pueyrredon.
Ir hasta Neuquén 1073.
Luego caminar hasta Rojas, y las vías de Primera Junta.
Tomar el A hasta Perú
y por Florida hasta el local 010”
Ya está lista la ecuación
Como un matemático pegado a los números
llevo a cuestas el reloj.