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Inicio / Cuenteros Locales / BRINCALOBITOS / ULPIANO y TANIS: CRÓNICA DE UNA BREVE ASOCIACIÓN

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Justamente en un día como hoy, sábado, hace quince años ya, murió Ulpiano Garín de Urruticoechea, alpinista de raza, maestro de escaladores y gran divulgador de todo lo relacionado con la montaña. Desde aquel día se le rinde homenaje y se le recuerda mediante artículos en la prensa deportiva, conferencias, libros, documentales y programas de televisión. No debe extrañar, por tanto, que un hombre de su talla, considerado el precursor de los usos y costumbres modernos camino de las cimas de todo el mundo, merezca todavía tantas atenciones. Sin embargo, las grandes empresas requieren de algo más que un hombre solo para triunfar y todo lo hecho por Ulpiano fue aparcero de tal principio.

Consecuentemente, volver la vista atrás analizando la trayectoria deportiva de Ulpiano es, también, enumerar la relación que tuvo con sus colaboradores. Socios que, por mor de haberse embarcado en los mismos proyectos, se convirtieron en protagonistas tan cabeza de cartel como el mismo Ulpiano. Nombres propios que distinguen a decenas de “actores” orgullosos de haber obtenido el derecho a estar en la historia de Ulpiano, o lo que es lo mismo: figurar por derecho propio en la historia de las grandes gestas. Un honor que solo pertenece a quienes se conducen con lealtad y respeto.

No obstante y aunque recordar a todas y cada una de las personas que estuvieron vinculadas a sus proyectos requeriría de un tratamiento enciclopédico de la palabra, en cuanto a lo que este reportaje permite, conviene de vez en cuando reparar en aquellos que le acompañaron durante tantas jornadas de gloria con menos nombre o talla profesional. A cambio, sus biografías pueden ofrecernos incalculables sorpresas. Por ejemplo, en el apartado de personalidades venidas de otras disciplinas… Es el caso de Estanislao Poder Güiza, Tanis para todos los que le conocieron.

Tanis nació en un circo y a un circo esperaba regresar sin saberlo por aquellas fechas. Sus padres eran Los Dorados, pareja de trapecistas que se hizo famosa bajo las lonas del Gran Circo Mundial. Y entre esos trapos, Tanis, creció como aplicado alumno y decidido muchacho. Fiel a su entorno desde el principio, supo asimilar unos valores determinantes: aprender para el gran salto. Bien es cierto que no hasta el punto de confeccionar un manual del que servirse en el futuro emulando a Los Dorados. Pero sí complacido con la idea de acumular recursos, buenas experiencias para toda la vida.

Estanislao cursó estudios en la Universidad Católica de San Antonio, de Murcia (UCAM), la universidad del deporte. Allí se hizo un atleta destacado, especialista en pruebas de gimnasia artística masculina. Concretamente en pruebas de suelo. Fue una época de superación y éxitos que facilitaron incluso su internacionalidad como miembro de la Selección Española. Tiempos azarosos y brillantes que, por esas extrañas combinaciones del destino, le llevaron a Guadalajara.

Iba a celebrarse en la capital castellana una gala navideña, un espectáculo benéfico en el que intervendrían, cantantes, atletas y periodistas realizando números ajenos a lo que constituía su actividad habitual. Y a él le ofrecieron el reto de ejercitarse sobre uno de los “aparatos” distintivos de la gimnasia femenina: la viga de equilibrios. Para los que aún desconocen las señas de identidad de este deporte, una barra de madera de 10 cm de ancho y 5 metros de largo suspendida a 1, 20 metros de altura. Sobre ella se deben ejecutar elementos de equilibrio, elementos acrobáticos, giros, saltos y danza. Se trataba, en todo caso, de hacer algo divertido y poco común a pesar de las dificultades que comportaba.

Pues bien. Una vez atendido el desafío, satisfecho de su participación en lo que a una labor humanitaria respecta, se felicitó por todo lo conseguido. Y lo hizo de una manera aún más especial. Había sido la primera vez. Una rutina predominantemente deudora de la estabilidad y el equilibrio. Una experiencia pródiga en moratones varios debidos a golpes y caídas, resuelta mucho mejor de lo que pensaba y de la que salió con el interés del enamorado. La viga le gustó mucho y deseó profundizar en aquellas destrezas, dominar técnicas novedosas para él que, no obstante, le remitían a la época de su fundación. Aquella niñez durante la cual contemplaba con asombro las evoluciones aéreas de volatineros y funambulistas.

Luego fue alejándose de la gimnasia y acercándose a la práctica circense. En principio, como modesto artista independiente. Al poco, no obstante, famoso por algunas performances urbanas, calificables de temerarias casi sin exagerar: se le recuerda entre otras muchas demostraciones por desplazarse sobre un cable de acero que unía la parte superior de las Torres Kio en Madrid e ir de una a otra de las mismas.

Para entonces su vida había cambiado radicalmente, sus metas o el techo de tales objetivos era otro y, mientras todo ese porvenir se iba concretando en presente satisfactorio, la vida de Tanis estaba a punto de enriquecerse de una inesperada manera. Con la perspectiva de incorporarse a la disciplina del Circo del Sol- recibió una oferta de parte de la franquicia canadiense para hacerse cargo de la atracción principal de un espectáculo en fase de preparación- tuvo noticias de la expedición al Mont Blanc que Ulpiano comenzaba a urdir. Todo sucedió en el acto de entrega de los Premios Nacionales del Deporte, ceremonia desarrollada en Valencia hace ya cuarenta años. Tanis acudió acompañando a quien era su pareja por aquel entonces, la campeona de Europa de Gimnasia rítmica, Altagracia Hondura Ros y conoció a Ulpiano gracias a la amistad que tenía con otro ex atleta, compañero que fue de deportes en la universidad y miembro de la expedición que se proponía conquistar la montaña más alta de Europa: Germán Vicente Lirio.

Germán había participado en otras expediciones de Ulpiano y era ya un contrastado escalador. De modo que, entre bromas y veras, expuso el origen universitario de los dos a la hora de presentar a Tanis.

Ulpiano solía meditar los actos de cada una de sus empresas pues odiaba la improvisación y, de cara a la que se avecinaba, pretendía completar la nómina con alguien que encarnara los valores y emociones que tenía en mente. Una persona capaz de infundir optimismo y alegría sin método pero con carisma. Un agente aglutinador y constante.

El caso es que Ulpiano tuvo una larga conversación con Tanis, semanas después de aquel primer encuentro y, fruto de ella, decidieron probar, establecer una colaboración cuyos primeros pasos se darían con el ex gimnasta involucrado en los preparativos de la expedición.

Cuatro meses después, equipados con todo lo necesario, salieron de Chamonix, cruzaban el túnel del Mont Blanc y caminaban por el extraordinario valle de Val Veny. Eran los inicios de la ventura… La vía elegida, la Arista Innominata, es un paso que atraviesa la parte central de la cara sur de la montaña, a medio camino del Pilar del Freney, al este, y el Pilar de Brouillard, al oeste. Se trata de una opción que combina roca con nieve y hielo. Luego de abandonar el refugio de Monzino, junto a la Aiguille de Croux, cruzaron el glacial de Chatelet y treparon por unos muros que desembocan en las rampas que llevan a la cresta. Desde allí hay que descender al glacial del Brouillard e iniciar el ascenso de cara a la punta Ecles. Un asombroso territorio, inhóspito y terriblemente solitario. Allí hicieron alto para acampar. La ruta seguiría hasta superar la punta Ecles, “rapelar” al Col del Freney, desde el espolón de roca a la arista del Mont Blanc de Courmayeur y, por último, a la cima propiamente dicha del Mont Blanc, a cuatro mil ochocientos ocho metros (4. 808) sobre el nivel del mar.

Sin embargo, como ya es historia, ninguno de los participantes llegó a la cumbre. De los seis hombres cinco regresaron con vida. Todos menos Tanis, por desgracia muerto sin épica y sin gloria. Él, que desde un principio conectó con la idea de Ulpiano y ejerció de pegamento repartiendo sentido del humor e ilusión sin límites, perdió la vida por no tenerse en cuenta. La euforia, el exceso, lo mató.

El vivac Ecles es una caseta pequeña en la que apenas caben seis personas. Desde ahí un único panorama granítico, un paraíso de piedra vertical, catedralicio, que se levantaba hasta mil metros sobre sus cabezas. Un terreno que no se puede tomar en broma. Pero Tanis, alma inquieta, acostumbraba a despertar de los primeros encarando la jornada, en ese día como todos, sin reservas. Tremendamente activo, concluía sus abluciones e iniciaba una rueda de calentamiento efectuada a voz en grito como despertador humano. Iba y venía con las manos en el suelo y los pies en alto, saludando al nuevo sol y valiéndose de los pies para aplaudir. Lo había hecho en innumerables ocasiones sobre todo tipo de superficies y quedaba fuera de toda sospecha que esa gansada pudiera tener un final irreparable. Hubieran apostado en contra, pero se escurrió. El hielo durante la noche hizo de las piedras un resbaladizo asidero y no bastaron sus manos para sostenerle. Su cabeza chocó contra la pendiente y perdió el aliento, quizás no se enteró de su fin al quebrarse su cuello. Naturalmente nadie tuvo ánimos para proseguir.

De ese triste episodio tenemos constancia gracias a las fotografías tomadas durante aquella partida. Son fragmentos de una exposición retrospectiva- ULPIANO DE SIEMPRE MAESTRO DE LA MONTAÑA- que acaba de inaugurarse en los salones de la Federación Española de Montañismo. Es cierto que los detalles ahora conocidos acerca de la vida de Estanislao Poder Güiza, cuentan con testimonio gráfico exclusivamente limitado a lo que fue su relación con Ulpiano y su equipo. Pero, quien destacó por su entusiasmo, su alegría de vivir, la calidad atesorada como profesional, gimnasta, equilibrista, como estrella circense a punto de consolidarse y debutante promesa del alpinismo, merece incorporarse de algún modo a la fiesta con la que se celebra al mito siquiera mediante esta modesta glosa y, sin embargo, indiscutible muestra de rendido homenaje.

Texto agregado el 19-03-2016, y leído por 196 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
19-03-2016 Muy bien escrito y bonito homenaje. 5* grilo
19-03-2016 Como montañista (entre otras montañas escalé varias veces el Cotopaxi, Ecuador, 5900 mts) he disfrutado mucho tu texto tan ilustrativo y cuyo contenido desconocía totalmente. Gracias por ilustrarnos. (Noto con pena que ya te visitó el idiota uneador. Ese de seguro no es capaz de subirse ni a la banqueta de la acera) -ZEPOL
 
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