La verdadera historia de Poncio Pilatos

-Buenos días prefecto, ¿Cómo ha amanecido hoy?

-Mal, no sé ni en qué año vivo.-

-Estamos en el 33 d.C.

-¿D.C.? ¿Será Distrito Capital?. Vaya uno a saber. ¿Qué novedades tenemos para hoy?

¿Qué tenemos para el desayuno?

-Tratamos de hacer croissants pero con esta harina no funcionan.

-No es ni el trigo ni la cebada ni el centeno, es que sin levadura nunca nos va a salir algo rico- Bufaba el mandamás

-¿Qué es la levadura?

-No hable más y tráigame ese pan asqueroso

Ya hacía varios días que Poncio no paraba de tener problemas. El Consejo de Sabios congregados en el Sanedrín y a solicitud del sumo sacerdote le habían entregado a un ciudadano para que lo juzgaran bajo las leyes romanas acusado de blasfemia.

Burocrático como pocos, el funcionario romano supo encontrar un vericueto jurídico para no mediar entre el pueblo representado por las máximas autoridades judías y el poder que representaba la dominación romana en sus tierras.

-Poncio, me dicen que en toda Judea están anudando pañuelos con no se qué conjuros.

-No me venga con que no sabe. “Poncio Pilatos si no se me cumple esto no te desato”. Soy el hazmerreir de todo el pueblo. Estoy cansado de sus burlas, no se quienes son los responsables si los Esenios o lo Judíos.

Están los sacerdotes esperando su presencia

-¿Porque siempre a la mañana?.

-Porque los juicios y sentencias siempre son por la mañana. Esto lo impusimos nosotros.

-¿Porque llegan ahora despues de mi obra maestra para descomprimir el conflicto?

-Me temo que nada de eso ocurrió. Si bien el sospechoso era de Galilea, y lo mandamos para allá, Herodes Antipas lo devolvió y ya está de nuevo en Judea

-¿Quiere decirme ahora que Herodes se lavo las manos?

¿Y por donde anda ahora el Galileo?

-Según nos contaron ayer estuvo cenando con sus apóstoles. –¿A Ud, no lo habían invitado?

-Si-Contestó Pilato-.-Lo que pasa es que no quise ir para no tener que lidiar con los del Templo. Además siempre ofrecen los mismo, cordero vino y ese pan raro. Después terminan todos borrachos y tirados por ahí.

Ahora vuelven a la carga con los cargos contra Jesús, no solo lo consideran blasfemo sino que dicen se hace llamar rey no reconociendo a Tiberio.

Penso un rato y lanzó su plan.

-¡Ya lo tengo! Lo ridiculizamos, lo azotamos y lo dejamos ir. –Después nos ocupamos de crucificar al asesino de Barrabas y asunto terminado.

-Si Ud. lo dice

-¡Y que no vengan a decir luego que quise lavarme las manos!

Todo le salió peor de lo esperado, no solo castigó al inocente sino que no pudo sostener la presión de la audiencia pública, dejando que ellos mismos sean los que decidan la suerte de Jesús, que terminó ocupando de Barrabas en las colinas del Gólgota.

Solo pudo calmarse cuando escucho por las calles las voces del pueblo que confirmaban la presencia del Cristo que volvía para redimir sus pecados.


OTREBLA