La leyenda del ceibo.
El sol pintaba sus últimos matices de colores, rojos, anaranjados, verdes y azules sobre las aguas del Río Arapey.
Corría el año mil setecientos noventa y cinco cuando el poderoso cacique Yapeyú, jefe de los valientes Charrúas, se dirigía río adentro guiando a un puñado de hombres indígenas, encargados de recoger la pesca que alimentaría a la tribu durante varios días.
El pueblo Charrúa había comenzado a luchar al mando del prócer José Gervasio Artigas y quedaban pocos guerreros para dedicarse a la caza y a la pesca.
Yapeyú tenía dos hijos varones, uno muy joven llamado Yamandú y el mayor, Abayubá.
Abayubá solía salir con las canoas a pescar pero ese día no se sentía con ánimos de mar, deseaba cazar y luego de afilar sus flechas y su lanza, se internó muy temprano en el monte donde sabía que encontraría jabalíes y ciervos, desobedeciendo a su padre, se marchó sin ser visto.
El viejo cacique ocupó su lugar, sabiendo que su hijo se había marchado muy temprano, sonriendo, pensando que él lo había hecho muchas veces en su juventud.
Al irse de cacería, olvidando el mandato de su padre, no suponía que el destino le jugaría una mala pasada.
A pesar del hermoso atardecer, se desató una gran tormenta, las canoas no resistieron y todos murieron ahogados.
Abayubá fue buscado por su hermano menor, quien al no encontrarlo tuvo que encargarse de las ceremonias religiosas.
Tres días y tres noches se celebraron los funerales de los indígenas que fueron encontrados en el Río Arapey gracias a la corriente que los trajo hacia la orilla.
Al cuarto día, Abayubá, ajeno a tanto dolor, volvió a la aldea y al enterarse de lo sucedido no pudo soportarlo y huyó como lo había hecho tantas veces pero esta vez, su dolor lo cegó, al saber que por su culpa su padre había muerto y en un acto de desesperación, con su propia lanza se quitó la vida.
Cuenta la leyenda que luego de estos acontecimientos, los Charrúas fueron desapareciendo uno a uno, ya no tenían jefe y los que se fueron con el ejército del general Artigas a pelear contra los españoles y los portugueses, tampoco volvieron.
Dicen que cuando Yamandú fue por segunda vez a buscar a su hermano, encontró, luego de varios meses, un árbol cuyas raíces se entrelazaban con la lanza de Abayubá , ese árbol era el Ceibo y desde ese entonces se convirtió en el árbol autóctono del Uruguay.
Sus hermosas flores representan… la sangre Charrúa.
Omenia
Quiero aclarar que este cuento no es historia, simplemente es inventado por mi, muchas gracias. Omenia.
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