Bendiciones compartidas
Si nos remontamos a los días de nuestra niñez, posiblemente recordemos una frase que era el colofón antes de ir a la cama: “bendición papá...bendición mamá”, una petición infantil para dormir en paz.
Bendición tiene su origen en el latín. Significa bene, bien y dicere, decir: bien-decir. Es la expresión de un deseo benigno dirigido hacia una persona o a un grupo de ellas, que en virtud del poder mágico del lenguaje logra que ese deseo se cumpla. Es invocar en favor de una persona el favor divino. Gramaticalmente, es lo contrario de “maldición”. Ambas son oraciones de modalidad desiderativas (que indican un deseo) y tienen un papel destacado en las creencias populares, así como en sus mitos y leyendas.
En especial es de gran importancia esa bendición que los padres otorgan a sus hijos, ya mencionada. También bendicen los tíos, los padrinos, el líder religioso. Bendicen todos los que quieren colmar de bienes la providencia. “Que Dios te acompañe”, “Que te vaya bonito”, son bendiciones muy utilizadas.
En la Biblia las bendiciones son temas comunes. Es hermosa la bendición sacerdotal que podemos encontrar en Números 6, 24:
“Yahvé te bendiga y te guarde. Yahvé haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda lo que pidas, vuelva hacia ti su rostro y te dé paz.” Hermosa también la frase del ángel a la Virgen, vigente siempre por medio de la oración: “Bendita tú eres entre todas las mujeres...”
También es la protagonista en el relato de cómo Jacob engañó a su padre ciego, Isaac, para obtener la bendición que éste deseaba dar a su primogénito, Esaú (Gen. 27, 28-29).
Las bendiciones siguen siendo un recurso argumental frecuente en todo tipo de historia. En “La guerra de las Galaxias” los personajes se despedían con un buen deseo: “Que la fuerza te acompañe”.
Para motivarte a dar y a recibir bendiciones, comparto contigo las 4 Leyes de la bendición:
1) Nuestras bendiciones deben fluir a otros.
2) Cuando bendecimos a otros, Dios tomará cuidado de nuestras necesidades.
3) Las bendiciones compartidas retornan a nosotros, y
4) Cuando te retorna la bendición, Dios espera que bendigas a otros a la vez.
Te exhorto a bendecir, para así otorgar vida a ambos y para que la amistad se incremente, trayendo compañerismo, sanidad y esperanza. Su efecto multiplicador es dado por Dios a sus hijos.
Compartamos pues, bendiciones, conscientes de que al expresarlas conferimos prosperidad a otros y alcanzamos los mismos beneficios del que recibe nuestros buenos deseos.
Alberto Vásquez.
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