Se paró frente a mi y explicó:
-El talento es un trabajo.
No sé bien si podes o no,
sólo siempre debes estar intentándolo.
¿Sabes cuán suficiente eso es?

Mi instinto se enciende como una chispa,
y mi lengua empalagada en su propia parsimonia sólo puede esbozar unas sílabas:
-Lo es to do.

Con mirada espesa rebatió:
-El talento del brillante es la claridad de su propósito. Ese cuya naturaleza se nota al instante. No tiene que explicarla, te golpea en la cara y te dice "sólo soy yo" con el saludo o la mirada. Es vivir por algo más allá de la razón, y jamás dejar de hacerlo. Sentirlo.
Sentirlo.
Sentirlo.

-Verás en mis ojos tranquilidad- dije-
una quietud en el movimiento de un mundo poblado de avales personales,
en donde el tiempo me dará la razón.
Espero.

Y con solvencia de espejismo me sacudió:
-El opuesto más opuesto es sino el más verdadero,
algunas razones son tan ciertas que merecen ser calladas.
Un duro corazón significa también blandas cicatrices,
Aquiles tan fuerte como su talón.