Cuando te vi caminar por los pasillos de la universidad con tu distinguido andar, cuando me observaste por vez primera, vi en tus ojos café profundo, una intensa sabiduría.
Jamás olvidaré, jamás borraré de mi memoria esas fructíferas charlas al amparo de un sol cándido, esa bondad inconmensurable que te es tan natural, esa belleza interior que es difícil de igualar.
Ya no estás, te has marchado para no volver, es triste, ¿Sabes? has dejado un vacío enorme en la fuente derruida que es mi corazón. ¿Qué mujer podrá encender la llama del aprecio infinito? ¿Existirá alguna que embellezca mi alma con mariposas multicolores, como lo hacías tú? Esperanzado, aguardo por un si.
Ahora la brecha entre tú y yo es muy extensa, tan larga como una interminable carretera, sin embargo, tu vivo recuerdo me acompaña y eso me hace muy feliz, quizás no nos volvamos a encontrar, no obstante, tu vivo recuerdo me acompaña y eso me hace muy feliz.
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