Para comenzar con mi narración de lo sucedido, quisiera decir a mi favor, que contare todo desde el comienzo, dejando a la vista este intento de crimen perfecto.
Me encontraba en mi despacho habitualmente, como todos los días, y comenzaban a salir los primeros rayos de luz, sentí lo abrumante que seria aquel jueves, pero nunca creí que tendría que resolver un caso de dicha índole. Recuerdo aun el golpe en la puerta, y esa sensación de desesperación de la señora Grose al entrar a mi oficina. Al instante de traspasar la puerta me contó la gravedad de su caso, y comenzó a darme los primeros datos para que empezara con la investigación. De inmediato creí que lo que ella me contaba no era real, y que tenía un problema mental, pero juzgando la suma de dinero que me entregaba, no tuve inconveniente, ni oposición para negarme a resolverlo, aunque debo decir que me resulto un tanto raro que un ama de llaves pudiera pagar una investigación como la mía, luego de unos días, supe que había sido enviada por el tío de los pequeños, que hasta entonces estaba recuperándose de una dura enfermedad y contaba con servicio medico, pero su salud estaba deteriorada. Fue allí cuando comprendí la gravedad de las circunstancias.
Comenzó entregándome una copia del manuscrito de la institutriz, ella acotó, un tanto nerviosa por su declaración, que lo había hurtado y echo una copia, sin la autorización de la institutriz, pero que nuca se había atrevido a leerlo, y que sentía culpa por haberlo tomado, no fue muy convincente pero aun así opte por creerle, ya que ella era la única pieza para mi rompecabezas, al menos por ahora, que era mi única testigo.
Aquellas hojas amarillentas por la humedad, se asemejaban al relato que todos conocíamos, pero aun así me dispuse a leerlo con gran tranquilidad, tornando especial cada párrafo, como si fuera único. Todo resultaba relativamente normal, hasta que por fin di con la clave de dicha revuelo. No formaba parte del relato, si no era un pequeño detalle en las últimas anotaciones, mejor dicho, el día del supuesto fallecimiento de Miles. En el borde del reverso de la hoja, en el marco inferior, para mas exactitud, se hallaban unos pequeños errores ortográficos, seguidos con una letra cursiva, que parecía querer desintegrarse desde hacia largo rato; fue allí cuando decidí solo por curiosidad que la señora Grose, me facilitara los cuadernos de literatura de la niña Flora, el niño Miles, y todas aquellos retazos de escrituras de los empleados que vivían en la mansión de Bly, hasta que sucedió la irónica tragedia. Cuando llegó el turno del cuaderno del niño Miles, comprendí que dicho manuscrito tenia una gran similitud con la caligrafía de su cuaderno, diría demasiada similitud, y fue entonces cuando comencé a atar los cabos sueltos.
Resultó que las escrituras no eran de la desaparecida institutriz, sino de aquel niño de inteligencia inalcanzable que lo había planeado todo, desde el simulacro de su muerte, hasta el esconder las anotaciones bajo llave en el cajón de la mesita que estaba junto a la cama de la institutriz. Por eso decidí partir hacia la mansión de Bly, para buscar mas pistas que comprobaran mi hipótesis.
Eran los primeros días veraniegos, y yo me disponía a entrar en la mansión, con el duplicado que me había facilitado la señora Grose. Cuando por fin lo logré, no encontré precisamente lo que hallaba, por el contrario, en la cúspide de una de las torres se hallaba el niño miles, que ya era un hombre adulto. Al principio me horroricé, pero luego pensé que en el fondo de mi inconsciente, yo temía o suponía que esto pasaría. Así que deje atrás mis lamentos mas cobardes, y me dirigí hacia donde él estaba. Cuando llegue me invito a que me sentara, como si ya me conociera, y hubiera una particular relación que nos uniera. Entristecido y angustiado, dijo que no haría falta que siguiera con la investigación, pues había llegado la hora de que el confesase sus mas temibles, e inteligentes actos.
Así que fue allí, cuando me relato todo lo sucedido, y lo único que puedo decir, es que fue un niño desde el comienzo martirizado por la vida que le había tocado. Celoso del afecto que recibía su hermana, empezó a procurar buscar satisfacción en el dinero, que tanto él, como Flora y su tío poseían, fue por ello que mato a todos, de la manera más cruel, empujándolos a la angustia y la agonía de vacilar la triste realidad, y creer ver espectros donde no los hay.