Alguna semejanza con la realidad…


Ana y Joaquín terminaban de ver una película y se pusieron a discutirla.
___No puedo creer que la gente cambie tanto con el tiempo, creo que no se cuidan como debe ser, a nosotros no nos va a pasar… no pienso engordar como una vaca, ni quiero que a ti te pase eso, además hay tratamientos para hacer crecer el pelo, así que no voy a verte pelado nunca.
___Es cierto, a nosotros no nos va a pasar, la tenemos clarita…
Hacía dos meses que se habían casado, todo era nuevo, el amor, la alegría de estar juntos, la casa, la forma de ver el porvenir.
De eso hace mucho tiempo, la realidad ahora era muy distinta.
Desde el segundo hijo, el cuerpo de Ana se fue ensanchando, igual que el de Joaquín que ahora tenía más pelo en las piernas que en la cabeza.
Día a día se miraban de reojo sabiendo que aquello que les había pasado a otros les estaba ocurriendo a ellos, el gimnasio dio paso a otro empleo, las caminatas, a cambiar pañales, el cine a ver la televisión en la cama debido al cansancio y así fueron pasando los años sin que las promesas se pudieran cumplir al igual que la mayoría de sus sueños.
El amor nunca se fue pero surgió la tolerancia y la costumbre, la pasión quedó escondido en un baúl viejo que sólo era abierto muy de cuando en cuando y muchas veces estaba tan guardada que no la podían encontrar.
La juventud se fue sin que se dieran cuenta hasta que los niños… dejaron de serlo.
___Viejo, ¿te das cuenta? Los chiquilines se casan…
___Si y lo peor es que el traje no me entra, ¿Te parece que engordé tanto?
___Bueno, voy a tener que hacerme ropa, el vestido que me hice para el casamiento de tu hermana y que costó carísimo, no me prende… el lunes mismo empiezo el régimen.
Y los chiquilines se casaron… y los años siguieron pasando y los nietos ocuparon el lugar de los hijos, no en el amor por supuesto sino en el tiempo.
Y las ilusione quedaron atrás, muy lejos en el tiempo casi olvidadas pero Ana y Joaquín seguían casados hasta que una mañana se oyó este diálogo entre dos vecinas:
___¿A dónde vas tan apurada?
___Cómo, ¿No te enteraste?... murió Doña Ana...
___No te lo puedo creer… pero si ayer hablé con ella en la puerta…
___Le vino un ataque al mio… no se qué, al corazón creo y ¿Viste? Como estaba tan gorda no lo resistió.
___Qué barbaridad, justo ahora que Don Joaquín se jubuló.
___Si y ¿querés que te diga algo?, a él no le doy ni un año de vida.
___Calláte che, no seas pájaro de mal agüero.
___Acordate lo que te digo.
Y diciendo esto se marchó al velorio de Doña Ana.
Y siguió pasando el tiempo…
Y otra vez las vecinas se encontraron.
___Qué te dije? ¿Te acordás que a Don Joaquín no le daba ni un año de vida? Bueno ya lo ves tenía razón, estoy yendo a su velorio y no pasaron ni cinco meses desde que murió Doña Ana,
___Qué eincreíble che, vas a tener que ponerte de adivina, cómo le embocaste eh!
Y los años se fueron y Ana y Joaquín no pudieron contra el destino y la gente comentaba…
___Mire usted, tantos años juntos, toda una vida y cómo se querían, siempre juntos…
Y todo eso era cierto, el amor, la pasión, los deseos, solamente cambiaron de nombre, dando lugar a la costumbre, la tolerancia, el recuerdo pero así y todo, millones de parejas en todo el mundo, día a día se prometen unos a otros que con ellos las cosas van a ser diferentes… a nosotros no nos va a pasar.

Omenia