Inicio / Cuenteros Locales / atolonypico / APORREATECLAS.
Cuando le pidieron en la editorial que se definiera como escritor, no se le ocurrió otra cosa que tildarse de aporreateclas. Y era cierto, sobre todo cuando tuvo ocasión de compararse con los otros autores convocados a aquella reunión: gente culta y sensible que destilaba erudición y con un halo místico alrededor, a los que sólo faltaba levitar para poderlos considerar personajes de otra dimensión.
- Creo que no soy lo que buscaban- dijo a modo de despedida, pues había decidido que no era lo suyo por no encajar en los parámetros que divisaba desde su puesto de observación.
Y lo iban a dejar marchar de no ser porque a alguien, de los que contaban en la editorial, le hizo gracia la expresión.
Para que vean, la literatura es tan dúctil que hasta un aporreateclas como Ramiro puede en ella tener cabida.
Y desde entonces allí trabaja, de ascensorista. El ingenio tiene recompensa en esta vida y mejor está que en la construcción. Por la noche escribe una novela en la soledad de su habitación sobre un ascensorista que sueña con cambiar las teclas del montacarcas por las de un ordenador, esperando que cambien los gustos imperantes, y no se tenga que cortar una oreja.
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Texto agregado el 14-03-2016, y leído por 107
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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14-03-2016 |
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Altibajos de la vida... hay que saber estar en ambos lados. Si le iba el vértigo, ni tan mal, pero la construcción tambien tiene su encanto. stracciatella |
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