Don de gentes: segunda alternativa.
Retomando el ensayo anterior, “muchas veces me he preguntado cuáles son las variables que influyen en que una persona posea un comportamiento socialmente aceptable”.
Mi propuesta es salir de las obviedades, dejando de lado variables tales como la educación formal y social, la genética, los distintos tipos de inteligencia, estructura de personalidad, entre otras.
Partamos de lo básico, el ser humano es un todo conformado por cuerpo y alma. El cuerpo tiene una vida útil determinada por el paso de los años y luego de cumplir con éste período, fenece, en cambio el alma, trasciende.
La reencarnación plantea que cuando el cuerpo muere, el alma vuelve a nacer encarnada en otro cuerpo. La evolución del alma es directamente proporcional al número de veces que ha encarnado (salvo excepciones) ya que ha tenido más experiencias y por tanto más aprendizajes, por lo cual, un alma “vieja” debiera ser más evolucionada que un alma “nueva”.
Hay personas que aseguran tener recuerdos de vidas pasadas y/o que, a través de regresiones, han logrado recordar sus vivencias de antaño. Hay otros, que pese a haber tenido experiencias extremadamente adversas en su vida actual, han logrado desarrollarse como gente de bien.
En este escenario, la forma de ver la vida, basada en el buen vivir y/o en el cumplimiento de normas socialmente aceptables, dependería de la evolución del alma. |