Inicio / Cuenteros Locales / clandestino / Sin rumbo definido
Ha iniciado la lluvia por este pueblo minero pero no apresuro el paso, la lluvia es todavía ligera y me golpea el rostro como una caricia fresca inesperada. Por la pequeña ventana de una humilde choza una niña tímidamente levanta su delgado brazo para saludarme. Respondo a aquel gesto amable de la misma forma y trato de sonreírle, continuo mi camino.
Los gastos de hospitalización de mi madre limitaron mi bolsillo para esta temporada vacacional pero no me arrepiento, valió la pena, aún recuerdo ver en esos expresivos ojos negros ese gesto de gratitud cuando caían sobre sus mejillas algunas lágrimas, me concrete a abrazarla y recuerdo que tan sólo contuve mi emoción lagrima a escasos pasos al abandonar su habitación 314.
Después de esta triste cavilación ahora me doy cuenta de que ya no voy solo por esta pendiente interminable, el pequeño arroyo zigzagueante que se ha formado por las calles empedradas, me acompaña.
Un par de mineros con sus lámparas de carburo a la cintura y con el rostro negrecido, solo me ven pasar como un extraño, con trabajos contesta mi saludo. Sus rostros reflejan el cansancio después de su agotadora jornada de trabajo.
Con ímpetu desmedido el delicado desliz del agua, provoca un sonido ligero y suave. Ahora somos dos seres que brincamos y vamos en este momento sin rumbo definido por la vida.
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Texto agregado el 13-03-2016, y leído por 159
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Lectores Opinan |
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17-12-2016 |
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Muy buen relato. Una especie de langue pesadumbre recorre como tu riachuelo sus entrelineas, hundiéndonos en él. La madre enferma, la amargura de abandonarla, los mineros cansados y cabisbajos, la lluvia insistente, baja, sin rumbo, parecen decirnos no hay final feliz, solo el hecho de existir sin ningún propósito, y la vida sigue fluyendo, fluyendo, fluyendo... Pato-Guacalas |
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