Sólo una mirada.

___!Qué día!, pensaba Fabián aquel viernes a última hora cuando solo pensaba volver a su casa a descansar.
Había sido uno de esos días donde todo parece confabularse para salir mal, su secretaria, una mujer muy atractiva pero que como tal dejaba mucho que desear, no había terminado el trabajo que debía haber estado pronto el día anterior, el contador que a cada hora llamaba para preguntar por qué aún no le habían llevado las boletas, su mujer que se la pasó el día llamando para recordarle que debía comprar un postre en la confitería que estaba a pocas cuadras de la oficina, porque sus padres iban a cenar con ellos.
Y para colmo de males, el auto no quiso arrancar, parecía que la ley de Murphy, ese día, se daba tal cual pero en todo lo referente a su persona.
Al fin decidió dejar el auto en el garaje de la oficina e irse caminando hasta
la confitería donde luego tomaría un taxi hasta su casa.
Boulevard Artigas que a esa hora de la noche estaba lleno de gente, era la salida de las oficinas y de los negocios que en esa calle abundan, hubiera preferido tomar otra calle pero la confitería se encontraba en B. Artigas y Rivera y sí o sí debía ir allí.
Entró a la confitería cuando el dueño estaba a punto de cerrar, eligió un postre de chocolate porque sabía que era el preferido de su mujer y salió a buscar un taxi, sabiendo que un viernes y a esa hora era como sacar la lotería, encontrarlo.
Y sucedió lo que jamás pensó que podía pasar, una elegante mujer, casi tropieza con él, se miraron y fue como si se conocieran de siempre, los dos sonrieron y se disculparon mutuamente, Fabián no podía dejar de mirar aquellos ojos grises, Daniela, por el contrario, bajó la mirada, volvió a disculparse y siguió su camino.
Fabián no podía dejar de darse vuelta para contemplar a aquella mujer, no dejaba de pensar en esos grandes ojos de mirada melancólica.
Daniela no pudo seguir su camino que la llevaría a su trabajo, un cosquilleo en el estómago le hacía recordar a cada instante a aquél hombre.
Nunca antes le había pasado nada igual y unas lágrimas rodaron por sus mejillas sin poder contenerlas.
Ese día no trabajaría, sus compañeras al verla se acercaron pero ella eludiéndolas volvió sobre sus pasos, había tomado una resolución, dejó que las otras mujeres siguieran con su trabajo, el oficio más viejo del mundo, sabiendo que ella no volvería, aquella mirada había cambiado su vida para siempre.
Pero no solo la vida de Daniela había cambiado, la de muchas personas también que a causa de una mirada, jamás volverían a ser como antes.
Fabián ya no sería el mismo, cada noche recorría aquella calle con la esperanza de volver a ver a aquella mujer, aquellos ojos le quitaban el sueño, la vida de Laura, su mujer, también había cambiado, su esposo ya no era el mismo, parecía un extraño, sus hijos también sufrieron, nada volvería a ser lo mismo en la familia.
Daniela jamás volvió a su trabajo ni a aquella calle, su vida cambió por completo pero sabía que no debería volver a encontrarse con aquel hombre, su antiguo oficio saldría a relucir a cada momento y una relación que en otras circunstancias hubiera sido perfecta hubiera terminado, quizá, más mal que bien.
Y así, muchas vidas cambiaron en un instante, bastando para ello… sólo una mirada.

Omenia