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LA CARRERA

Hace poco tiempo tuve la oportunidad de viajar a Houston, Estados Unidos, en el estado de Texas.

Al regreso, cuando despegó el avión, me puse a pensar en el por qué de la diferencia horaria con otros lugares del mundo y sin querer me vinieron a la mente los conocimientos que mi profesora de geografía, la señorita Marta Cadeilón, con su santa paciencia, nos había impartido en aquel lejano primero “B” de la enseñanza secundaria. Muchas nos desayunamos entonces, aunque alguna idea teníamos, de que el Sol no se mueve como parece, sino que es la Tierra la que lo hace, girando a velocidades increíbles, primero sobre su propio eje (movimiento de rotación), lo que da lugar al día y la noche, y a su vez describiendo una órbita constante, en forma elíptica alrededor del Sol (movimiento de traslación), y que después de vagar 365 días, horas más, horas menos, da lugar al año, lo que sumado a la inclinación del eje de la Tierra y a su forma de geoide, determina las distintas estaciones, opuestas en cada hemisferio, de acuerdo a su mayor o menor cercanía a los rayos solares.

También recordé que en los países cercanos al Ecuador, la Tierra gira a más velocidad que cerca de los polos, debido al mayor perímetro de la Tierra en esos lugares.

A todo esto ya nos dirigíamos a gran velocidad hacia Atlanta, situada en el Estado de Georgia, a donde llegamos un poco más de dos horas después.
El Sol estaba arriba todavía, y como la Tierra rota de Oeste a Este, casi competíamos con ella, volando de Oeste a Noreste. Allí comprobamos que habíamos perdido una hora en el camino, ya que tuvimos que adelantar el reloj justamente una hora, de acuerdo a lo que correspondía a esa ciudad.

Tres horas después despegábamos desde el aeropuerto de Atlanta rumbo al de Ezeiza, Buenos Aires, Argentina. Ya había oscurecido y, aunque le temo a los despegues abrí la ventanilla para contemplar la ciudad en ese mágico momento en que la Tierra se va alejando de nuestra vista cada vez más hasta hundirse en la niebla que provoca la lejanía.

En un momento dado cerré la cortina de la ventanilla porque me di cuenta que era la única que estaba contemplando el espectáculo. Ya no había mucho que contemplar, y las luces de la ciudad se habían alejado definitivamente.

Un rato más tarde, no podría precisar cuánto, abrí de nuevo la cortina, pero una luz me encegueció. No pude seguir mirando. El Sol brillaba allá abajo con inusual intensidad. Pero…. ¿No habíamos salido de noche? Primero me sorprendí pero después pensé: “Desde arriba puedo contemplar el ocaso en distinto plano. No ya en el horizonte sino mucho más abajo. Además seguramente los edificios no me dejaban ver el Sol, lo que sí podía hacer desde lo alto.”

Después vinieron las azafatas ofreciéndonos comida y bebidas. Me olvidé un poco del asunto, pero en cuanto pude, insistí en mi propósito de contemplar el panorama. Seguramente ya el Sol habría desaparecido en el horizonte.

Pero no. El Sol se había empecinado en encandilarme y no había cambiado de lugar. Parecía como si le estuviéramos jugando una carrera al Sol. No le estábamos ganando, pero no lo dejábamos avanzar.

Tardé en convencerme que la Tierra era la gran protagonista de la carrera, y que en esas volteretas a tanta velocidad, que se hacía mayor a medida que nos acercábamos a los países cercanos al Ecuador, iba cambiando de posición con respecto al Sol.
El calor se hacía sentir en esas latitudes a través del vidrio, aún cuando en el avión disfrutábamos del aire acondicionado.

Pensé de que, seguramente, nuestra insignificante nave jugaba un papel secundario en esa competencia, pero así y todo, yo estaba convencida, a juzgar por la hora en que llegamos a Buenos Aires, que había perdido otras dos horas de mi tiempo. ¿Adónde habrían ido a parar?

Lo que sí estoy segura es de que, en esta oportunidad, el sol se cobró esas mismas horas que yo había ganado en el viaje de ida.

Texto agregado el 12-03-2016, y leído por 363 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
02-04-2016 Una experiencia personal compartida con mucho acierto. sagitarion
21-03-2016 Noto que conoces las curiosidades del huso horario. Hay islas separadas por algunos kilómetros pero con 25 horas de diferencia entre una y otra, de forma que en una isla es hoy, pero en la siguiente ya es mañana, de modo que se puede viajar en el tiempo a voluntad. Por ejemplo, permite celebrar el año nuevo en dos días consecutivos. Tu texto es un tour muy agradable. -ZEPOL
14-03-2016 Cuando una china sabe de lo que le dice, es mejor cebarle un mate y escucharle. Yo ni siquiera tengo un zaino volador. Pero le confieso que de tantas gúeltas me estoy mareando un poco. Tómese otro amargo Clorinda, y siga contando. DonBeltran
14-03-2016 Os devuelvo vuestras ***** No necesito vuestras migajas, chavalina. elvengador
13-03-2016 Te leí y me puse a pensar en lo inteligente que eres. Te fijaste en todo y recordaste los porqués de la situación. Eso para mi es muy importante,porque haces que una recuerde algo que ha quedado en el olvido. Me encantó amiga***** Besos Victoria 6236013
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