Lucía y Santiago se buscaban, citaban, besaban, manoseaban y entregaban cada vez que el turno de él y las salidas temprano de la oficina de ella se los permitía. Así duraron no sé cuantos años.

Sucedió entonces que dos semanas antes de llegar a su aniversario número ya no sé cual porque como les digo, no sé cuantos años duraron, dejaron así nomás porque sí, de citarse, verse, besarse, manosearse y entregarse.

El no regresó ni por la feria. Ella siguió el tren de su vida.

El día en que ellos deberían estar celebrando algo así como un aniversario, es decir dos semanas después de haber dejado de citarse, verse, besarse, manosearse y entregarse, a ella le llegó un hermoso ramo de rosas rojas a su escritorio con un globo de helio que decía más o menos así: “Feliz Aniversario”.

Lucía, inmediatamente envió un whatsapp a Santiago para expresarle su agradecimiento: “Hola, me llegó tu ramo de rosas y trae un hermoso globo de aniversario. Me gustó.”

Ese ramo, él lo había ordenado desde hace un mes. Y la verdad, ya ni se acordaba. Pero pues como las cosas pasan por algo, se portó amable con ella y se citaron para más tarde..

Como a eso de las diecinueve horas, el automóvil de Santiago estaba esperándola afuera de la oficina y comenzaron los besos nada más al verse, se manosearon indiscretamente en el primer semáforo que les mostró un color rojo pasión y se entregaron sin pudor en la casa de él al caer la madrugada.