Alejandro se había ido, Eva se suicidó y yo, era un cadáver viviente deambulando por las calles sin dirección ni control de mis pensamientos.
Ese innombrable sentimiento se había vuelto a burlar de mí y el mundo, una vez más, me dio la espalda. ¿Qué podía hacer yo? Toda mi vida me la pasé vendiendo frivolidad y la gente me la compró.
Eva, mis viejos, días sepultados, Cecilia, Lucrecia, óleos, Leticia, Ángela, pinturas desparramadas, escrituras desarmadas, Dolores, Alejandro y la maldita Comida China...
Todo había desaparecido y había vuelto a reaparecer con más fuerza, rebotando en mi cabeza una y otra vez, dejándome inconsciente en un rincón de mi cuarto, bañada en sudor y lágrimas.
¿Qué mierda era ese sentimiento que me atormentaba?, tal vez sólo un "sentimiento", en el cuál no podía confiar porque una y mil veces me terminó defraudando, ese sentimiento que se disfrazaba en gramos de masoquismo barato para abrir más aún las heridas; era matar o morir, y debía destruir el pasado porque me estaba enloqueciendo.
Así, pasaron mis DÍAS MUERTOS sin Alejandro, sin el causante de mi alegría, sin ese ángel de alas rotas, creador de mi locura.
Lo que vino después, fue igual de peor que un domingo en tinieblas; Alejandro, incapaz de luchar contra la ausencia se había suicidado cortándose las venas, ya no había vuelta atrás... el tiempo había dictado con sangre su juicio final y era injusto, perder de esa forma a la persona que era la otra mitad de ese corazón roto, él era mi mundo inmundo, y casi que ni lo culpo por haberme dejado sola.
En su despedida, Alejandro me dejó una carta, ya ni puedo, ni me da el pescuezo para seguir escribiendo, con sólo recordarlo se me estremece la piel.
Últimas palabras de Alejandro:
Todo lo que soy
mi visión de un mundo incomprendido
obsoleto
fácilmente reemplazable,
donde mis emociones son la nada,
la invisibilidad me acobija
me da una esperanza que el tiempo
se ocupa de desvanecer,
tras estos pasos bañados de sudor,
que mis ojos contemplan
como último vestigio
de una inútil civilización,
amparada por el caos y las llamas;
de mi inútil ser
que sus pobres e insignificantes almas
han de serme de gran provecho
para un inútil amor.
Me embriagué con esos fragmentos agonizando en decadencia, fue el último puñal que mi corazón soportaría, mi especie estaba en extinción; y por tratar de demostrar mi verdadero rostro terminé en un "Instituto para locos".
¿Total, a quién podría importarle algo de mí?, esta sociedad me volvió a desechar como algo que no servía; esas personas a las que amé, prefirieron irse sin dejarme que los acompañara.
ESTA FUE MI HISTORIA, típica recreación de la Comida China, con muchas cosas para probar (no es un buen argumento), con un pescado mal oliente y crudo; con un corazón que va en contra de la corriente sin saber nadar, tal vez por costumbre e insolencia.
¿Saben por qué se las narré?, porque dentro de un rato vendrá la enfermera a inyectarme “sueño” y tengo miedo de olvidármela para siempre, porque tal vez cuando despierte de mi “próximo sueño”, ya ni sepa quién soy. No crean que me gusta esta forma de vida, pero ya es tarde para arrepentimientos... fui distinta a toda esa gente normal y me lo hicieron pagar.
Ahora paso mis días escribiendo porque la felicidad se fue y ya no puedo dibujarla, como decía Eva, paso mirando el techo de esos días esperando algo sin saber qué.
Hoy como en el pasado, recurro a ángeles extasiados, quiénes me cuidan y se sientan a mi lado para charlar, mientras que la soledad calienta mi cama y yo espero, sin desesperar, a esos fantasmas de antaño que con frecuencia me hacen silenciosas visitas nocturnas.
Este es mi hoy y mi mañana, mi antes ya se los he relatado; y si desean el consejo de una loca, les regalo esta frase...
Los sentimientos
no cambian,
sólo los pensamientos
nos llevan a la mediocridad...
*Fin
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