Así, y al revés también. Con las manos y a veces hasta de pie. Pero gira al rededor sin importarle cuales sean las consecuencias, ya sea un cachete inflado o un beso que se pierde en el aire. Es que no hay situación posible que se resuelva en algo estático, inmutable. No hay un para siempre, pero tampoco una negación completa del tiempo. Al fin que adentro se siente la lentitud, la distancia y su imposibilidad de ser franqueada en estos momentos. Porque lo de adentro y lo de afuera a veces se corresponde y a veces se manifiesta como un dibujo coloreado desprolijamente, saliendose de las líneas; o peor aún, evadiendo los contornos, concentrándose todo por dentro, por el centro.
Al revés de la libertad,
o el libre albedrío,
o el minuto presente,
o el puesto del hombre en el cosmos
o algún arrebato de imaginación.
De cualquier forma cada vez más expuesto, más abierto ¿más deseable?
¿Deseo?
La ausencia de,
y el desgano inmortalizados en la cabeza cabizbaja, la mirada evasiva y los labios resecos.
¡Ah! el contacto visual con el cemento y el compromiso con la inercia, hasta que...
de repente un deseo, pequeño, débil flameante desde el interior;
y todo el exterior se ilumina. |