Fuera está soleado pero mi interior llueve, lágrimas de sangre agobian tardíamente mi conciencia. Alguna vez te ha pasado? No es nada agradable, créeme.
Debo confesar que estoy mal, pero nadie dijo que hacer lo correcto fuera lo mejor para uno, sin embargo es lo mejor para los demás. Estoy tranquilo, hago lo que debo y como buen ciudadano hago lo correcto. Pero maldita sea, duele, duele mucho en el fondo.
Así es, llueve sangre entre remordimientos casuales, causa justa que convive y ha de volverse parte de esta mi cruz. Me puedo gastar hojas y hojas y páginas enteras hablando de nada, finalmente mi desahogo literal es pseudocríptico, no me interesa tampoco que cualquiera entienda a este ente deambulante.
Fuera está soleado, dentro de mí una fría tarde de invierno, nublada y húmeda, ha cesado la tormenta, pero los días grises continúan, continuarán tal vez mucho tiempo. Como extraño aquellos soles de primavera, aquellas escapadas nocturnas hacia sitios mejores, cuanto extraño esa libertad de la hoy carezco.
Soy un flojo si, si de mí dependiera dormiría veinte horas diarias y las otras cuatro las dejaría para estirar las piernas antes de volver a dormir. Pero ni en sueños logro el descanso que busco, mi alma sigue estancada dentro de ese charco, no es fácil cuando no se logra tener control sobre uno mismo, entonces cómo se puede entender algo? Imposible! Pero es así, efectivamente hay cosas de las que solo puedo renegar, no acepto mi derrota, pero acepto que no hay nada que hacer.
Moral dualizada y destrozada, querer no es poder, esa es una patraña inventada por alguien demasiado optimista. Yo he querido y simplemente no he podido, he querido como un amante o un dios extraviado, desinteresadamente, mi vida no vale un cuarto de la vida de otros, no vale eso ni mas tampoco…Pero no he podido, por más que busqué oportunidades, por más que retrocedí sobre mis huellas, por más que moví cuantos hilos tuve entre mis dedos para mover. No pude.
A veces siento que este clima, estos días opacos, lúgubres, desolados y moribundos podrían exteriorizarse por medio de lágrimas reales, pero no. Llorar por esto se me está negado, tengo atorado en mi memoria, no quiere salir y dejarse ir, no quiere que le olvide ni que mejore. Solo quiero dormir y entre sueños morir a destajo, morir a diario y a diario ir dejando trocitos de mi y que los arrastre el viento hasta su única sepultura en este momento, el océano.
Es difícil ser juez, ser verdugo y ser condenado, más difícil es ser las tres cosas a la vez. Es así de simple y verídico, cualquiera puede juzgar, opinar, pero has que se juzgue a sí mismo y se aplique el castigo, que camine errante por su propia vida, has que su sendero sea el que él mismo ha forjado martillazo a martillazo y que mientras avanza y se hunde mas y mas en su propio recelo, al mirar hacia atrás no se arrepienta de sus propios méritos.
Quiero mirar al mundo con la frente en alto, quiero mirar adelante y desde arriba, quiero mirar atrás y que no haya nada por ninguna parte. Quiero borrar mis huellas, eliminar mi rastro, desaparecer mi existencia. Que la escasa llama que me trae vivo se extinga, y la vela desaparezca, que nunca existiera y que la cera se esfume.
Quiero alimentar mi deseo, recuperar mi pasión, mi sentido, pero no he podido. Querer no es poder, no lo es.
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