A mi Amada:

“Querida Amada… han pasado muchos años desde que te fuiste y… para serte honesto, aún te extraño. No puedo creer todavía que nos hallamos separado, dejando atrás mil y un momentos felices, alegres y especiales.
Dicen que el tiempo lo cura todo, pero creo que conmigo no funciona.
Querida amada, aún no supero tu partida. No se como explicar lo que siento. No se como sucedió. En un segundo todo era felicidad y alegría… y al siguiente oscuridad y tristeza.
Simplemente aún no lo logro comprender.
Extraño tus besos, tus caricias, tus abrazos, tu dulce voz que traía paz a mi ser cuando estaba angustiado, tu sonrisa que me alegraba siempre al despertar por la mañana… ¡te extraño a ti!
A veces sueño que estás aquí a mi lado, nos tomamos de la mano y salimos a caminar al parque, a la playa, al cine, a la colina donde estoy ahora, donde te pedí matrimonio bajo la luz de la hermosa luna y las estrellas. Nos abrazamos, bailamos… ¡todo es tan hermoso…!
Pero luego me despierto y veo que no estás a mi lado. Me deprimo.
Siempre pienso en ti, nunca lo he dejado de hacer. Desde que te fuiste no he vuelto a ser igual. ¡Te necesito! Mi vida sin ti no está completa. No tiene rumbo ni sentido.
En mis momentos de la melancolía es cuando más te extraño.
Extraño que te acerques lentamente por mi espalda, pongas tu mano sobre mi hombro, me abraces, me beses, me acaricies la cabeza y me digas palabras de confort que apaciguan mi ánimo y me hagan sentir mejor…
Quiero que sepas que aún no te he olvidado y creo que nunca lo haré. Haz formado parte importante de mi vida y eso nadie lo puede borrar. Y aunque sé que no leerás esta carta quiero que sepas una última cosa: ¡Te amo! ¡Te amo y siempre te amaré! Y quisiera que en este momento a mi lado tú estés”.

Leí la carta que había escrito una vez más. Un par de lágrimas cayeron al suelo. Me sequé co mi dedo índice los ojos y puse la carta sobre la tumba de mi esposa, que murió hace cinco años.
Levanté la vista para contemplar el amanecer desde aquella colina donde mi esposa fue enterrada. Esa misma colina donde hace quince años le propuse matrimonio.

FIN