Secretos de Internet.
María Helena se encontraba frente a su monitor, triste como siempre, esperando, aunque ya ni sabía qué era lo que esperaba cuando de pronto, cuando estaba por ir a acostarse, sucedió algo que llamó su atención.
Alguien de otro país y en perfecto inglés escribía lo siguiente:
___Necesito una amistad urgente!
María Helena, un tanto perpleja por lo que acababa de recibir y sin pensarlo dos veces contestó:
___Pues, ya tienes una amiga.
De inmediato comenzó algo que les cambió la vida a ambos, luego de querer saber cómo era posible que una persona desconocida tenía su correo y de recibir como respuesta que la había escrito al tanteo, lo primero que se le ocurrió y obtuvo ese resultado, desde un lado y del otro del correo sus mentes comenzaron a agitarse, a querer saber uno del otro.
Miguel era el nombre del desconocido quien se presentó diciendo que como último recurso escribía a alguien desconocido a fin de obtener a cambio una amistad verdadera que lo sacara del abismo en el que se encontraba, nada más buscaba ni pretendía dar más que eso.
María Helena le respondió que a ella le pasaba exactamente lo mismo, ella también necesitaba de alguien, de amistad y comprensión.
Desde ese día la cita era a las veintidós horas para ella y las tres de la madrugada para él.
Noche tras noche los desconocidos se conectaban, poco a poco fueron conociéndose, sabiendo qué hacía cada uno, cuáles eran sus ambiciones, qué esperaban del destino.
Es cierto que se enviaron fotos, pero ninguna correspondía a la realidad, la de ella tendría por lo menos tres años y la de él alrededor de cinco pero eso no importaba los dos sabían que cada uno de ellos tenía un secreto que jamás lo revelaría pero eso tampoco importaba, lo único verdaderamente válido para ellos era esa amistad que fue creciendo noche a noche hasta transformarse en un amor imposible de igualar.
María Helena perdió de pronto aquella tristeza que desde hacía un par de años envolvía su rostro, Miguel sonreía y esperaba impaciente la hora de conectarse con ella, así había cambiado de pronto, su vida.
Al principio la “conversaciones” eran cortas, pero con el correr de los días, cada vez eran más extensas, siempre había algo que contarse, alguna anécdota o algo que se les ocurría, otras veces simplemente se decían palabras que el otro quisiera escuchar o mejor dicho leer, cada vez eran más ardientes, se besaban con la imaginación, se acariciaban hasta podían sentir el calor uno del otro, algo que quizá sólo el que lo ha vivido pueda saber lo cierto que es, se llega a sentir al otro como si estuviera cerca a pesar de la distancia.
Sabían que jamás se verían frente a frente, pero ya no les importaba, habían aprendido a quererse bajo esos términos y no había nada que pudiera cambiar esa realidad, los dos sabían que el otro guardaba un secreto pero eso también lo asumían ¿Qué importaba cuál fuera ese secreto? La vida les había dado una oportunidad aunque fuera a la distancia y ellos la habían aceptado.
Dos años pasaron desde aquella noche, María Helena le había dicho a Miguel que si algún día dejaba de escribirle, que no tratara de averiguar nada, era simplemente porque ella ya no podría hacerlo, así de simple y le pedía que no la olvidara nada más que eso.
Miguel había aceptado aquello, creyendo que nunca llegaría ese día, eran jóvenes y tendrían mucho tiempo por delante seguramente, pero el día llegó, aquella noche, Miguel no obtuvo respuesta en su monitor y la tristeza cubrió su rostro, supo que al fin el inesperado día había llegado, supo sin saber que jamás volvería a saber de María Helena, que tal cual ella se lo había dicho, nunca más volverían a escribirse.
En ese momento, en la casa de María Helena, su madre lloraba la muerte de su hija, sabía que tarde o temprano ocurriría pero la había visto tan feliz durante dos años que ya ni pensaba que la leucemia se la llevaría.
Mientras tanto Miguel, conducía muy lentamente su silla de ruedas hacia su cama, un accidente le había seccionado las dos piernas y tenía que vivir con ello.
La vida les había dado dos años de alegrías, de esperanzas aunque más no fuera mediante unas simples letras que les hacía soñar con una vida diferente a la que llevaban hasta ese entonces, había llegado a su fin pero eso ¿qué importaba?, nunca supieron el secreto del otro, eso tampoco importaba, la verdadera importancia de este caso eran los dos años vividos, esos jamás nadie se los podría borrar. Omenia.
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